El sábado desayuné en casa de los abuelos Pepa y Felipe, pues había dormido allí. Esta vez no vinieron mis padres a por mí ya que los abuelos tenían que salir y me acercaron a la casa ellos. Gracias abuelitos.
Poco después bajamos todos juntos al centro de Fuengirola. Papi se compró unos zapatos en las rebajas y echó la quiniela de fútbol a ver si tiene suerte. Después fuimos a un sitio nuevo que yo no había estado nunca, un parque junto al mar, me lo pasé pipa. Por primera vez me subí yo sola a un tobogán y me tiré. Una vez que lo aprendí me tiré muchas veces más. Ya no quería parar.
Comimos en un Restaurante allí cerca, que se llama Matahambre, todo debía estar muy bueno porque no sobró nada. Aunque estando mi padre en la mesa es fácil que ocurra. Vinieron a comer con nosotros tita Cristina y tito David, además entrando allí nos encontramos con Marian y Osorio. ¡Qué felices! Después de comer le enseñé a todos lo bien que me subo al tobogán y me tiro. Paseamos por el precioso paseo marítimo, nos tomamos unos helados, que invitaron Marian y Osorio. Pero era hora de irse a casa. Papá estaba muy contento porque aceptó gustosamente la invitación que Osorio le hizo de ser testigo de su próximo enlace.
Papi vio el fútbol en casa mientras yo jugaba con mami. Por la noche caí agotada. Fue un día muy intenso.
Poco después bajamos todos juntos al centro de Fuengirola. Papi se compró unos zapatos en las rebajas y echó la quiniela de fútbol a ver si tiene suerte. Después fuimos a un sitio nuevo que yo no había estado nunca, un parque junto al mar, me lo pasé pipa. Por primera vez me subí yo sola a un tobogán y me tiré. Una vez que lo aprendí me tiré muchas veces más. Ya no quería parar.
Comimos en un Restaurante allí cerca, que se llama Matahambre, todo debía estar muy bueno porque no sobró nada. Aunque estando mi padre en la mesa es fácil que ocurra. Vinieron a comer con nosotros tita Cristina y tito David, además entrando allí nos encontramos con Marian y Osorio. ¡Qué felices! Después de comer le enseñé a todos lo bien que me subo al tobogán y me tiro. Paseamos por el precioso paseo marítimo, nos tomamos unos helados, que invitaron Marian y Osorio. Pero era hora de irse a casa. Papá estaba muy contento porque aceptó gustosamente la invitación que Osorio le hizo de ser testigo de su próximo enlace.
Papi vio el fútbol en casa mientras yo jugaba con mami. Por la noche caí agotada. Fue un día muy intenso.
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