sábado, 16 de septiembre de 2017

Conociendo España (parte 2)

Santillana del Mar es una localidad preciosa, con muchísimo encanto. A mí me gustó muchísimo. Bueno, yo creo que a todo el que la visita. Allí nos quedamos tres noches, pero cada día teníamos previsto salidas a los alrededores. Nuestro primer destino desde allí era el más cercano, las Cuevas de Altamira, que es otra de las visitas súper recomendables. Hay unas guías que te explican la cueva estupendamente bien y además es un lugar que encierra tanta historia, o mejor dicho, tanta prehistoria que te atrapa desde el mismo principio.

Seguidamente desde la Cueva de Altamira fuimos directamente al parque del Cabárceno, que es como un zoológico pero al mismo tiempo como un safari.  Es enorme y se aconseja visitarlo con coche, porque si no es imposible visitarlo completo. Vimos muchísimos animales en semilibertad y está chulo, chulo de verdad. Vimos jirafas, elefantes, incluidos un elefantito chiquitín casi recién nacido, tigres, panteras, gorilas, leones, linces y con muchos de los animales que había te quedabas embobado mirándolos. Pero he de reconocer que pasar por encima de los osos con el teleférico daba un poco de miedo. Para terminar el día regresamos a Santillana, donde nos cenamos un cachopo de esos que es más fácil darle la vuelta que saltarlos. ¡Qué rico que estaba!

Al día siguiente fuimos a conocer Santander. Lo primero fue visitar el palacio de la Magdalena, que es precioso, y luego visitamos toda la península, la rodeamos completamente a pie, y pasamos un buen rato jugando en un gran parque que había allí mismo mientras mis padres se tomaban un café. Paseamos toda la mañana por el centro, y Miguel nos dio un buen susto cayéndose en la Plaza de Pombo desde un buen trecho hacia abajo. ¡Vaya grito dio mi madre! Todo quedó en un rasguño, algún morado y un chichón. Vistamos la plaza del Ayuntamiento, la plaza del Mercado y fuimos a comer por varios bares que nos entraron por el ojo en callejuelas cerca de la Plaza de Pombo. ¡Probamos las zamburiñas! ¡Riquísimas! Y también nos tomamos un helado en la heladería Regma. Después regresamos a Santillana donde teníamos previsto visitar el interior del claustro de la Colegiata de Santa Juliana. Un lugar precioso pero precioso de verdad.

Al día siguiente abandonamos Santillana del Mar sin madrugar mucho, la verdad, para visitar la Colegiata Románica de Cervatos, que está a unos 45 minutos de distancia en dirección al sur. Es muy bonita y curiosa al mismo tiempo. Había una guía que no explicó bastantes cosas de la visita.. Desde allí continuamos nuestra regreso hacia el sur parando en Frómista, que es un lugar que ya habíamos visitado antes, pero nos quedó por visitar el interior de la Iglesia de San Martín de Tours. En esta ocasión sí que pudimos y la hicimos y también tomamos una degustación de queso en La Venta Boffard que en la anterior ocasion no la hicimos. ¡Qué rico el queso Boffard! Para almorzar fuimos a uno de esos sitios que nos encanta a toda la familia. El Mesón Los Templarios, en Villalcázar de Sirga. ¡Qué lechazo sirven allí! Sin duda un lugar para chuparse los diez dedos. Todo rico rico.

Continuamos hasta Madrid y como casualmente nuestro hotel estaba junto al Santiago Bernabéu, y además, casualmente de nuevo, había un partido de liga, así que Miguelito y mi padre se acercaron a ver el partido esa misma noche. Qué suerte tuvieron porque aún quedaban entradas. Real Madrid 2 - Valencia 2. Mamá y yo nos quedamos a comer algo junto al hotel. Había sido un día muy cansado y al día siguiente continuaríamos nuestro camino de vuelta a casa. Lo pasamos genial, hemos hecho un montón de cosas chulas y todo fue una maravilla.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Conociendo España (parte 1)

Todos los veranos intentamos si podemos ir a visitar sitios que no hemos estado antes. Este verano, en el mes de agosto, que es cuando todos coincidimos de vacaciones nos esperaban unas cuantas noches de viaje por España.

Visitamos muchos sitios, muchísimos y aquí voy a contaros rápidamente más o menos las cosas que vimos y que más me gustaron.

Salimos muy muy temprano en coche, todavía era de noche, de camino hacia Cáceres, que era nuestra primera parada, hacía mucho calor pero estábamos con ganas, y pateamos toda la zona céntrica y del casco antiguo, comimos allí y continuamos a Salamanca, donde pasamos nuestra primera noche. Salamanca es preciosa, especialmente de noche.

El siguiente día aprovechamos la mañana para terminar de ver Salamanca, con recorrido de tren turístico incluido y compra de sudadera típica de la ciudad y continuamos hacia Oviedo. Llegamos después de comer en El Pradillo, cerca de León, un restaurante que nos habían recomendado y comimos estupendamente. En Oviedo visitamos casi todo lo que pretendíamos visitar y terminamos el largo día en la plaza del Fontán, donde mis padres tomaron Sidra, yo me hinché a queso y mi hermano a pastel de cabracho.

La mañana siguiente fuimos temprano a visitar Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, que están en Oviedo pero un poco en las afueras y seguimos para visitar Cudillero, que es un pueblo de pescadoros chiquitín pero muy bonito, y desde allí a Gijón, donde pasamos todo el día. Casi al atardecer regresamos a nuestro hotel en Oviedo.

El siguiente día visitamos Lastres y su playa maravillosa, y fuimos a Arriondas, desde donde alquilamos una canoas y realizamos el descenso del Sella. ¡Chulísimo! Lo pasamos divino, la verdad. Después de cambiarnos visitamos Cangas de Onís y en Intriago descansamos del día de tanto ejercicio. ¡Qué bien dormimos!

Si el día anterior fue intenso el siguiente no lo fue menos. Fuimos a los Lagos de Covadonga, y subimos en el autobús. ¡Qué susto, qué curvas, qué precipicios! Las vistas desde allí son maravillosas. Muy, muy muy recomendable. También visitamos el Santuario de Covadonga y partimos hacia Cabrales, donde almorzamos. El queso de cabrales es una de mis comidas favoritas. Mis padres decidieron ir hasta allí para que yo pudiera comer el auténtico queso de cabrales. ¡Qué rico estaba! De camino a Potes paramos para visitar Santa María de Lebeña, que era muy coqueta y bonita. Yo me pegué una buena siesta en el desfiladero. Luego visitamos Potes y paramos en Camaleño, donde teníamos nuestra habitación del día.

Desde Camaleño visitamos Fuente Dé, y subimos en el Teleférico de los Picos de Europa. ¡Espectacular! Daba un poco de miedo, pero una vez dentro del teleférico con las vistas alrededor se te va olvidando el peligro. Las vistas desde allí son inigualables. Luego visitamos Santo Toribio y San Vicente de la Barquera, que nos pilló un día nublado y no pudimos disfrutarla todo lo que nos hubiera gustado. Allí comimos estupendamente y continuamos hasta Comillas, donde realizamos varias visitas turísticas que nos gustaron mucho, incluido un paseo en tren turístico por el centro de la ciudad. La siguiente y última parada del día era Santillana del Mar, donde dormiríamos varias noches. En la siguiente entrada os sigo contando.