sábado, 28 de enero de 2012

Cambios de costumbres

Cada día van sucediendo cosas nuevas en casa. Desde hace un tiempo que he aprendido a vestirme sola, o casi sola, depende de la ropa que me dejen preparada. Si es un chándal no tengo ningún problema y todo es muy fácil, pero si es una camisa con muchos botones, entonces, la tarea se complica. Otra tarea, en cambio, que se me da muy bien es quitarme la ropa. Es mucho más fácil y por eso lo hago mucho más rápido y sin ninguna ayuda. A mi hermano Miguel todavía hay que vestirlo aunque ya ha aprendido a ponerse las zapatillas de estar por casa, que es lo primero que se aprende. Para quitarse la ropa también está listo, o casi listo, aunque para quitarse los zapatos con cordones, lo que hace es sacárselos sin más, tirando para afuera, todo lo fuerte que puede hasta que lo consigue. No es bruto ni nada.

Otra cosa que está cambiando es que por las mañanas en lugar de desayunar pan con mantequilla, algunos días, tomamos pan con aceite. ¡Que rico! A veces Miguel también le echa tomate, otras jamón. Yo sólo tomo pan con aceite y si acaso una pizca de sal.

jueves, 26 de enero de 2012

Escrito en la mano

Al llegar a casa desde el colegio mi padre nos recibió en la puerta, como casi todos los días, y después de darnos un beso revisó nuestras manos, pues en nuestras manos queda apuntado por nuestras monitoras cómo hemos comido. Apuntan con un bolígrafo si hemos comido mal, o regular, o bien o muy bien. Hay veces que incluso nos apuntan en la mano como hemos comido cada plato, de manera que puede ser que ponga primero bien, segundo regular y tercero muy bien. Así nuestros padres pueden llevar un control más o menos de lo que comemos a diario.

Pues papá miró mi mano y estaba escrito que el primer plato lo comí bien, mientras que el segundo muy bien. Del postre no decía nada, porque ocurre que a veces salimos tantos a la vez y tan rápido que no les da tiempo de poner nada.

Entonces llegó el turno de la mano de Miguel. ¡Vaya sorpresa que se llevó! En la mano de Miguel ponía: ¡MB Campeón!. Miguel miraba sonriente a papá, esperando que papá le subiera para arriba, y gritara varios yiiiiha, y que le diera treinta besos y cuarenta achuchones, como así hizo. ¡Vaya cara de pillo! ¡Y bien alto que subía la mano para que papá la viera bien! ¡El campeón del comedor!

lunes, 23 de enero de 2012

Marianito

El viernes por la tarde, después del cole, fuimos a visitar a unos amigos de mis padres al hospital, pero no os preocupéis que no había ocurrido nada malo, al revés, habían tenido un bebé.

Fuimos al mismo hospital en el que yo había nacido y me hizo mucha ilusión. Nuestros amigos eran Nieves y Mariano, que tuvieron un bebé pequeñito, que también se va a llamar Mariano, aunque nosotros le decimos Marianito.

Mis padres volvieron de la visita bastante enfadados con nosotros, porque no nos portamos nada bien. Primero Miguel estuvo un buen rato llorando y un poco insoportable, pues casi desde que entramos a la habitación no hizo otra cosa que llorar, así que mi padre se lo tuvo que llevar a dar un paseo. Lo que le pasó fue que durante el trayecto en coche desde casa hasta el hospital se quedó dormido, y cuando ya habíamos aparcado y lo despertaron para salir del coche, se puso como un loco porque no quería salir del coche. ¡Estaba tan a gusto allí dormido!

Mientras mi padre y mi hermano estaban dando una vuelta hasta que a Miguelito se le pasase el berrinche, yo asalté la caja de bombones que nosotros mismos habían llevado. ¡Me tomé siete! Cada vez que mi madre miraba para otro lado, allí estaba yo agarrando un bombón. ¡Qué buenos que están! Para colmo cuando mi hermano llegó ya calmado, se tomó otros cuatro y en el momento que Nieves iba a tomar jamón que le había traído Mariano, a Miguel se le antojó comer jamón. Menos mal que Mariano había llevado jamón de sobra.

Nos volvimos para casa, y papá y mamá estaban que trinaban, pero poco importaba comparado con la alegría de ver que Marianito estaba dormido como un angelito y todo había ido bien, porque eso era lo realmente importante. ¡Enhorabuena!

jueves, 19 de enero de 2012

Un, dos, tres...cinco

Mi hermano Miguel está aprendiendo a contar. ¡Qué trabajo le está costando! Al principio parecía que lo estaba consiguiendo rápido, pero luego le está costando una barbaridad. En realidad a veces los dice todos desde el uno hasta el diez sin equivocarse, pero en otras ocasiones se lía bien liado. Y cuando va por el tres se salta al cinco. Si además se distrae entonces ya no da pie con bola. Pero de todo, lo peor es cuando intenta contar y al mismo tiempo poner los dedos con los números que cuenta. Así no hay manera.

Mis padres dicen que yo aprendí muy rápido y casi sin darse ellos cuenta, pero es que yo pongo mucha atención y además veía dibujos que lo explicaban, mientras que Miguel está todo el rato viendo dibujos que son más de mi gusto que del suyo, y entonces presta menos atención. Pero es que el mando lo sé manejar yo, je, je...

Veremos a ver si es capaz de aprender o no...

sábado, 14 de enero de 2012

El día de Reyes

Me gustaría deciros todos y cada uno de los regalos que he recibido en el día de Reyes, pero necesitaría estar todo un día entero aquí escribiendo y si además sumamos todo lo que le han regalado a Miguel y a mis padres, pues entonces creo que no acabaríamos nunca. Así que sólo os voy a contar los regalos que nos trajeron a mi hermano y a mí, y no sé si olvidaré alguno. Seguro que sí.

Os diré que cuando nosotros normalmente solemos despertar entre las ocho y las nueve de la mañana o aun mucho más temprano, ese día no nos movimos hasta las diez de la mañana. Y que cuando todos estábamos despiertos, mi hermano Miguel, decía un poquito más porque todavía no quería despertarse. ¡Estaba cansadísimo de la cabalgata de Reyes! Además creo que todavía no tiene muy claro qué es eso de los Reyes Magos.

El primero en entrar en el salón fue papi, miró que estaba todo en orden y que no quedaba ningún Rey Mago por allí dejando regalos y entramos. ¡Qué sorpresa más grande! ¡Había regalos para todos y por todos lados! ¡Jo, qué contenta me puse! Había regalos de todos los colores y tamaños. A mi hermano le trajeron muchos: varios Gormitis, algunos coches de carreras, un camión-grúa, una carroza del Oeste con indios y pistoleros, un libro-puzle, un muñeco Buzz Lightyear y un vaquero Woody de Toy Story. A mí lo que me dejaron fue una muñeca de Tarta de Fresa, un libro también de Tarta de Fresa, un diario y una colonia de Campanilla, un vestido para mi muñeco de Nenuco y una bicicleta.

Después, mientras desenvolvíamos todos los regalos, desayunamos Rosco de Reyes y nos arreglamos para ir a recoger más regalos que los Reyes Magos habían dejado en casa de nuestros titos y abuelos. Os podéis imaginar que trajeron de todo y mucho. Tantos regalo nos dejaron que me cuesta ahora recordar tantas cosas, pero os puedo decir, si no se me olvida algo, que a Miguel le trajeron también una bicicleta, un cubo con piezas para montar castillos y una pista de carreras con dos coches de Toy Story y muchísima ropa. ¡Qué contento se puso! A mí me dejaron también muchísima ropa y una Princesa Rapunzel, una caja registradora, una Nancy con dos vestidos y una cámara de fotos.

Unos regalos fabulosos porque se ve que hemos sido muy buenos.

En medio de todo fuimos a comer con los abuelos Miguel y Pepi, con mis padrinos: Mª Carmen y José, con tita Ana y tito Paco y Natalia a un restaurante alemán. ¡Qué día más intenso fue el día de Reyes!

Luego por la noche vinieron a nuestra casa Nacho y Blanca, que tenían un regalo para ellos aquí también. ¡Jo, cuánto jugamos juntos!

domingo, 8 de enero de 2012

La cabalgata

El día de la cabalgata es uno de mis días favoritos del año. Mientras papá estaba en el trabajo, y los demás en casa, mi madre se preocupó de tenerlo todo preparado. Ordenó toda la casa, preparó los desayunos primero y después el almuerzo, nos bañó, nos dio de comer y nos vistió, así que cuando papi llegó ya estaba todo hecho. Tan sólo faltaba que él almorzase y que mamá se preparase para irnos a ver la llegada en helicóptero de los Reyes Magos. ¡Qué emocionante y qué calor!

Nos habíamos preparado muy bien con todos nuestros abrigos y todo eso y al final nos tuvimos que quedar en mangas de camisa. ¡Cuánto sofoco! Los Reyes llegaron bien, que es lo que a mí me importaba y tenían muchísimos pajes.

Con nosotros vinieron a ver la llegada de los Reyes los abuelos Pepi y Miguel, la abuela Pepa, tita Rosi y Daniel y también Lidia y Elena y Sagrario, Miguel, Juani, Daniel y Jaime. Y nosotros éramos una muy pequeña cantidad de personas comparados con todos los que después estaban, como nosotros, disfrutando de la cabalgata.

La cabalgata fuimos a verla a Los Boliches que es por donde comenzaba y así pudimos verla entera y después ir a tomar una merienda.

Durante la cabalgata llegó tito David, al que nos hizo mucha ilusión ver, porque no lo esperábamos, y Miguel se puso muy pero que muy contento. Cogimos dos bolsas enteras de caramelos. ¡Cuántos caramelos cogimos! A Miguel le encantó ver las carrozas paseando por la calle, sobretodo la de Cars y la de Tarzán, aunque a mí las que más me gustaron fueron la de Kitty y la de Cenicienta.

Como coger caramelos es muy cansado, fuimos junto con Sagri, Juani, Miguel, Daniel y Jaime a una cafetería que está en Los Pacos donde nos tomamos unos batidos y unos pasteles riquísimos. ¡Qué cansada estaba!

Después de merendar volvimos a casa donde tuvimos que darnos prisa porque no teníamos mucho tiempo para preparar unas pocas cosas porque se estaba haciendo tarde. Les preparamos a los Reyes una pequeña bandeja con unos mazapanes, un poco de turrón, algunos mantecados y roscos, agua para los camellos y un vaso de leche para ellos, por si necesitaban retomar fuerzas. Recogimos todo muy bien recogidito y todo muy ordenadito para que los Reyes se diesen cuenta que somos muy ordenados y buenos.

sábado, 7 de enero de 2012

El comienzo del año

El comienzo del año fue despacito, como a cámara lenta. El primero que se despertó fue papá, luego fui yo, entonces le tocó a mamá y después a Miguel, que ha pasado de ser el primero en despertarse casi siempre a quedarse hasta el último.

En casa de la abuela Pepi y el abuelo Miguel nos estaban esperando los abuelos con los titos de mis padres, que son el hermano de mi abuela Pepi y su mujer que también se llama Pepi. ¡Qué casualidad! El abuelo también nos había preparado unas bolsas de cotillón para que nos disfrazáramos los chiquitines. Y bien que lo hicimos.

Después de merendar volvimos a casa para tratar de descansar y recuperarnos de tanta fiesta una detrás de otra, pero sobre todo recuperarnos de tanta comilona, porque entre los mantecados, los mazapanes, los turrones, los caramelos y todas esas cosas tan ricas especiales de Navidad, nos estamos poniendo redondos. O eso es lo que dice papá.

jueves, 5 de enero de 2012

Las uvas

El último día del año lo pasamos casi todo el rato en casa, pues estábamos cansados después del día anterior, que lo pasamos casi entero en la calle. Por la mañana papá nos trajo churros que nos encantan y hasta la tarde no fue cuando mamá y yo salimos a hacer unas cosas y mi padre se quedó con el encargo de hacer dormir a Miguel la siesta. No teníamos muy claro si lo conseguiría pero al final fue que sí. Era importante que durmiera porque por la noche teníamos previsto tener que estar despiertos hasta bien entrada la noche.

Cuando volvimos mi padre y Miguel estaban en la cama jugando con el ipad. ¡Qué bien lo pasamos los cuatro! Por la noche fuimos a un local de una amiga de mi abuela Pepa y allí junto con mis tíos y primos lo pasamos en grande. Estaban Blanca, Nacho, Daniel, Celia... ¿Quién necesita a nadie más para pasarlo superguay? Además habían llevado muchas cosas para pasarlo en grande. Había comida para comer nosotros y el doble de nosotros. También había globos de muchos colores, y sombreros de cartón, y gafas y narices y muchas cosas divertidas como serpentinas.

Primero comimos, luego tomamos las uvas, más tarde jugamos con todas las sorpresas y así estuvimos hasta que ya comenzamos a estar cansados y llegó el momento de volver a casa.

Al llegar a casa en encontraba muy cansada y sin embargo mi hermano que normalmente se queda dormido en dos curvas, aguantó hasta llegar a la casa y aun no quiso irse a la cama. ¡Será posible! ¡Cómo se notaba que había dormido la siesta!

Debía de estar muy cansado pero no lo aparentaba, aunque el primer día del año, o sea, a la mañana siguiente se despertó cerca de las una del mediodía. ¿Podéis creerlo? Yo desperté a eso de las once y papá estaba leyendo en la cama, así que le pedí que me preparara un buen Colacao y así comencé el año. Sentada en el sofá viendo los dibujos.

lunes, 2 de enero de 2012

En Málaga... CF

El penúltimo día del año teníamos previsto hacer unas cuantas visitas que ya llevábamos tiempo con ganas de hacer. La primera, y la que mi padre tenía más ganas de hacer, fue visitar el Estadio de La Rosaleda y después el Museo por dentro. ¡Jo, qué grande es el estadio! Hicimos una visita guiada por dentro del estadio, en la que estábamos nosotros cuatro y la guía.

Primero nos hicieron pasar a una zona que se llama la Zona Vip, para gente importante me dijo mi padre, luego nos sentamos en la zona donde se sienta el presidente y los directivos o algo así. Luego pasamos a ver donde los jugadores se dan los masajes, donde se visten y donde se bañan después de correr por el campo. También visitamos el sitio donde se sienta el entrenador para hablar después de los partidos y también desde donde dirige los partidos, que decía mi padre que eran unos asientos muy cómodos. También allí se sientan los jugadores que no juegan, o después de jugar. Luego pisamos el césped y Miguel no pudo evitar darse una carrerita por allí. Yo también practiqué algún que otro paso de baile que me sé sobre el césped. Volvimos por donde suelen salir los jugadores al campo y después visitamos el museo, que está lleno de camisetas de muchos jugadores, fotos, balones viejos, zapatos viejos y cosas así. Pero también había muchas copas y muchas más que dice mi padre que va a ganar de ahora en adelante.

Después fuimos al centro de Málaga, donde lo primero que hicimos fue tomar unos pasteles, que yo ya estaba desesperada por probar. Desde la pastelería fuimos a ver la Plaza de la Constitución donde hay un árbol de navidad gigante y muy bonito. Desde allí bajamos por toda la llenísima de gente calle Larios donde mis padres me compraron unos globos que vendía un payaso. A Miguel un pulpo Paul y una espada, a mí, una flor y una abeja. ¡Qué contentos estábamos con los globos que les sacamos a nuestros padres!

domingo, 1 de enero de 2012

El día de Navidad

El día de Navidad por la mañana temprano, nada más despertarnos, entramos en el salón despacito, para ver si por casualidad Papá Noel nos había dejado alguna cosita, y ¿sabéis qué? Tuvimos mucha suerte y nos trajo algún que otro detalle a casa uno de nosotros. A mis padres Papá Noel les dejó un libro a cada uno y conmigo y con mi hermano todavía fue más atento.

A Miguel le trajo uno de los juguetes que más le gustan: un Gormiti que traía un coche, y a mí una muñeca Winx preciosa. Además, nos trajo un libro para cada uno. El mío era de princesas y el de Miguelito era de superheroes. ¡Qué buenos regalos para todos!

Después papá se acercó a comprar churros mientras mamá preparaba los cafés, el biberón y mi Colacao.

Después teníamos otra de esas grandes reuniones que siempre tenemos en las casas de los abuelos cuando nos reunimos muchos. Este año tocaba en casa de mi abuela Pepa y mi abuelo Felipe. Estuvimos todos menos mi tita Cristina y tito David que estaban en Madrid. Unos vienen y otros van. Mi hermano y yo les echamos mucho de menos. Pero al menos mi hermano Miguel pudo jugar mucho, muchísimo con Daniel, que es con el primo que más juega y con el que más se divierte. También pudimos comprobar que Celia está ya comenzando a dar sus primeros pasos y que me parece que va a ser una gran charlatana como yo.