miércoles, 29 de junio de 2011

Pájaros al despertar

El domingo, el día después del cumpleaños de mi padre, me desperté bien temprano, eran poco menos de las ocho de la mañana y tenía muchas ganas de hacer pipí, así que me levanté, fui al baño, y después de cerrar la tapa, tirar de la cisterna, y apagar la luz del baño, me acerqué al dormitorio de mis padres y sorprendí a mi padre despierto mirando el ipad. Le pregunté si me podía hacer un desayuno, y me dijo que mejor me durmiese de nuevo, pero le contesté que tenía mucha hambre. Así que mi padre se levantó y se fue hacia la cocina, le pregunté si me podía hacer un chocolate como mamá hizo. Me dijo que no pero que si quería me invitaba a desayunar en la calle. Así que no me lo pensé.

Mientras mi padre se vestía yo también me vestí con lo que me dio la gana, me puse unos zapatos, papá me peinó rápido y nos fuimos a desayunar a la calle. Me sorprendió mientras caminábamos por la calle que no había nadie, ni coches, ni motos ni casi nadie, y se podía escuchar claramente a muchísimos pájaros. ¡Cuánto silencio! Llegamos a la cafetería y me pedí tres churros y un chocolate. ¡Qué rico todo! Me lo comí todo, volvimos a casa, y mi hermano y mamá todavía estaban durmiendo, así que me tumbé un buen rato a ver los dibujos.

Después fuimos a la piscina con Elena y Lidia. ¡Miguel nunca quiere volver de la piscina! ¡Qué bien lo pasamos allí! Volvimos y papá había preparado la comida.

Fue un día fenomenal.

martes, 28 de junio de 2011

El 38 cumpleaños de papá

Este año el cumpleaños de mi padre ha caído en sábado y hemos podido pasar todo el día juntos. El día comenzó conmigo despertándome bien temprano y diciéndole a mi padre que como era su cumpleaños podíamos tomar churros con chocolate, así que mi padre se vistió rápido y fue a comprar churros, pero se olvidó del chocolate, pero no importó porque mamá, que es mujer de grandes recursos, preparó uno ella sola en casa.

Seguidamente nos preparamos para ir a la playa, donde nos estaban esperando el abuelo Miguel, la abuela Pepi y mi prima Natalia. ¡Qué bien lo pasamos! El único pero que puedo poner al día en la playa, es que había bandera roja, que significa que no es para nada un buen día para bañarse, así que pasamos un buen rato jugando en la arena, que como estaba el cielo nublado, no quemaba.

A pesar de que había bandera roja fuimos a una parte de la playa donde cubría poco y nos bañamos, aunque me daba un poco de miedo, pero fue un baño muy corto, sólo para quitarnos las ganas de bañarnos. ¡Qué fría estaba el agua!

Después, todos juntos, fuimos a comer una paella al chiringuito, pero antes tomamos unos espetos de sardinas. ¡Qué buenas! Y, claro, al terminar de comer un heladito para volvernos a casa bien fresquitos. ¡Vaya celebración más buena!

En la foto podéis ver a los tres chiquitines en la playa, con las olas bien grandes en el mar.

lunes, 27 de junio de 2011

La graduación de Miguel

El viernes comenzó como un día cualquiera, pero no lo era. Guardaba dentro muchas sorpresas.

Por la mañana era la fiesta de graduación de mi hermano Miguel en la guardería y también por la mañana, al mismo tiempo, tenía yo la fiesta de fin de curso en el cole, con una batalla de pistolas de agua. ¡Vaya diversión!

Todos los abuelos y mis padres fueron a la fiesta de graduación de Miguelito, porque claro, no tenían muchas ganas de que los pusiéramos chorreando en mi fiesta, donde además estuve en mi primera clase de aerobic, en la que participaron todos los alumnos de todas las clases de todo el colegio al mismo tiempo. ¡Cuántas personas a la vez haciendo ejercicio!

La fiesta de Miguel también fue divertida, que aunque yo no estuve pero me la han contado, y sé que lo pasaron genial. ¡Miguel está hecho un personaje que vaya!

Después de una mañana tan ajetreada descansamos en casa, pero como mamá quería ir a la peluquería, papá decidió sacarnos a Miguel y a mí a merendar a la calle. ¿Y sabéis qué? Se le ocurrió que podíamos pasar a recoger a Natalia, que estaba en casa de la abuela, para que viniera a merendar con nosotros. Así hicimos. Papá nos prometió que si nos tomábamos la merienda bien quietos, comportándonos como verdaderos niños buenos nos llevaría seguidamente al parque del barco pirata, que es el favorito de Miguel, y bueno, también el mío.

Lo pasamos genial los tres en el parque, jugando a tope. Volvimos a casa y mamá ya había vuelto de la peluquería. ¡Qué guapa! Así que antes de que mamá se fuese a una cena con sus compañeros de trabajo le entregamos a mi padre sus regalos de cumpleaños. Un día antes de su cumple. ¡Qué suerte tiene!

Después Natalia, Miguel, papá y yo cenamos algo y nos acostamos pronto porque al día siguiente nos esperaba un día de lo más alborotado. Natalia se fue con los abuelos que vinieron a recogerla, claro, porque en casa no tenemos cama para nadie más.

domingo, 26 de junio de 2011

En el cumpleaños de tito David

Después de ganar la Batalla de Lepanto, por la tarde, tuve una fiesta en mi clase de baile. Era el último día e hicimos un montón de cosas especiales, de manera de despedida. Me lo pasé fenomenal. ¡Me encantan las fiestas!

Más tarde, en casa, descansamos un buen rato, hasta poco antes de acostarnos y darle los regalos de su santo a papá.

Al día siguiente teníamos también una celebración especial. Era el cumpleaños de mi tito David y lo celebraba en la playa, como todos los años. Así que cuando papi llegó del trabajo, fuimos hacia la playa, donde tito preparó una moraga. Lo pasamos muy bien, donde había música, bebidas y comidas, pero se hizo demasiado tarde y me entró mucho sueño. Aguantamos hasta los fuegos artificiales que no vimos porque había una grandísima neblina que no dejaba ver poco más de unos metros.

Lo pasamos muy bien y creo que a tito David le gustó mucho nuestro regalo de cumpleaños. Un pantalón y una camiseta para el pádel.

sábado, 25 de junio de 2011

La Batalla de Lepanto

Escribí aquí el otro día que el miércoles por la mañana estuve en una batalla, y lo dejé así, sin explicar nada más, y es que no tenía mucho tiempo y además quería que vieseis unas fotos que todavía no tenían preparadas mis padres para poner en el blog.

Llevábamos en el cole más de un mes preparando una representación de la Batalla de Lepanto. Mi cole se llama colegio Miguel de Cervantes, y como Cervantes estuvo en la Batalla de Lepanto, y este año, además, era el veinticinco aniversario de la inauguración del cole, pues eso, que hicimos una batalla especial.

En la batalla había niños disfrazados de cristianos y también de turcos, mis padres me dijeron que me pusiera en el bando de los cristianos porque fuimos los que ganamos la batalla y, sobre todo, porque yo soy cristiana.

La batalla se hizo en el patio del cole y vinieron a verme mi madre y mis cuatro abuelos, pero mi padre y mi hermano no pudieron venir porque tenían cosas que hacer en el trabajo y en la guardería. Fue muy divertido y lo pasé fenomenal.

Os pongo una foto del descanso después de ganar la Batalla de Lepanto, y podéis ver que estoy muy cerca de Cervantes -el del bigote-, que parece estar preocupado por una herida en el brazo, y también podéis ver que arriba tenemos descansando y apresados a los prisioneros turcos que capturamos. Yo, veis, todavía tengo gana de gresca con espada en mano.

jueves, 23 de junio de 2011

El día completo

Hoy es el santo de mi padre y por eso anoche antes de acostarnos le dimos uno regalillos. Ya llevaba yo unos cuantos días sabiendo los regalos que le habíamos comprado, pero últimamente he aprendido muy bien a guardar secretos y papá no sospechó nada de nada.

Mi hermano no guarda nada bien los secretos pero tampoco se entera de mucho, con lo que no hay mucho riesgo de que se le escape algo. Así que después de cenar, y justo antes de acostarnos, volvimos al salón y le dimos a mi padre los regalos.

Yo le di el primero para que lo abriera. Un polo rojo que le queda perfecto y que mamá adivinó que le gustaría, porque mamá conoce a papá mejor que nadie. Luego llegó el turno de mi hermano, pero cuando tenía que darle el regalo no lo hacía, todo lo contrario, lo estaba abriendo él. ¡Será posible! A papá no le importa que Miguel le abra los regalos pero a mí sí que me importaría.

El regalo que Miguel le dio es un libro, de esos que le gustan a papá que no tienen ningún dibujo y creo que también le gustó, porque dijo que lo iba a leer en cuanto acabase otro que estaba leyendo.

Volví a la cama recordando el día tan completo que había tenido. Por la mañana estuve en una batalla y por la tarde en una fiesta y luego llegó el santo de mi padre. ¡Cuántas cosas se pueden vivir en un solo día!

miércoles, 22 de junio de 2011

El libro de Sofía

Mis padres nos trajeron de su visita a Sevilla dos libros. Uno para Miguel y otro para mí. El de Miguel es el que ya expliqué aquí ayer, y el mío, que es mucho más bonito, os lo voy a explicar hoy.

Es un libro de princesas, que tiene tres cuentos, es muy bonito, muy rosa, y está acolchadito y por eso es muy blandito. Tiene unos dibujos preciosos y es muy grande. Tan grande que no cabe en mi estantería y hay que ponerlo un poco doblado, o bien, tumbado, pero así es muy difícil de coger.

El cuento que más me ha gustado es... bueno no sabría decir cual es el que me gusta más. Mi madre me leyó el cuento de Los zapatos gastados de tanto bailar, y luego yo se lo conté a mi padre. A mi manera, pero se lo conté. El siguiente, que me leyó mi padre es el de La Princesa y el guisante, y el tercero, que también me gusta mucho pero que a estas alturas ya me sé de memoria es el de Blancanieves.

Seguro que os gustará, así que si venís por casa pedidme que os cuente el cuento, porque lo hago muy bien. Os encantará.

lunes, 20 de junio de 2011

El libro de mi hermano

Vaya cómo pasa el tiempo de rápido. Hacía ya varias semanas que mis padres me dijeron que me quedaría a dormir en casa de mi abuela Pepa y casi sin darnos cuenta ya ha pasado todo. Mis padres se fueron y ya volvieron. A mi hermano le han traído un libro y a mí otro. El mío es mucho más grande y también más bonito.

El cuento de mi hermano trata de un hombre con antifaz, sombrero, espada, caballo y ¿chupete? Es muy gracioso, porque aunque es un hombre mayor lleva todavía un chupete. Así que como mi hermano Miguel quiere ser mayor, y pelear, con espada, caballo y todo eso, mis padres le han comprado un libro para que aprenda a abandonar el chupete... ya veremos cómo funciona.

Mi libro es mucho más bonito y divertido. Tiene tres cuentos, los tres son de princesas y yo ya me sé tres de ellos. Antes sólo conocía dos pero ahora ya conozco los tres. Son muy divertidos, a ver si otro día os cuento algo más de ellos.

martes, 14 de junio de 2011

El parte de guerra

Dice mi papá que observando las piernas de mi hermano Miguel se puede ver todo el proceso completo de una herida, desde cuando aparece la herida hasta cuando desaparece, y también dice que en las piernas de Miguel hay más cardenales que en el Vaticano. Yo esto no lo entiendo bien.

Lo que está claro es que mirando las piernas de Miguelito lo peor no es ver la herida que se ha hecho hoy, sino la gran cantidad de bombazos hasta que por fin se ha dado una gorda, que además es una sobre otra. Pues aún así no ha dejado de tener ganas de estar todo el rato saltando. Valiente elemento.

Os ponemos una foto de muestra, donde se ve la requeteherida que se ha hecho, una encima de la otra, pero os aseguro que hay muchas "heridas de guerra" que no salen en la foto.

lunes, 13 de junio de 2011

El cumpleaños de Natalia

Otra de las cosas que han pasado y no he tenido tiempo de contar es que justo el día que nos fuimos a Chiclana era el día en el que mi prima Natalia celebraba su cumpleaños, 8 años, aunque su cumpleaños fue el día anterior, el jueves 26 de mayo. Así que como nosotros no pudimos asistir a su fiesta de cumpleaños, de manera que sus padres y mis padres se pusieron de acuerdo para quedar a vernos el jueves, el mismo día de su cumpleaños.

Fuimos juntos al Burger King y también vinieron nuestros abuelos Pepi y Miguel. Lo pasamos en grande jugando juntos los tres: Natalia, Miguel y yo. Allí cenamos un menú especial para niños y también un postre. ¡Vaya la que lié con mi helado! No se me cayó una gota en el vestido que estaba estrenando, sino que se me cayó todo el helado, completo, y para cogerlo y que no se cayera al suelo lo restregué bien por todo el vestido, porque es muy difícil cogerlo, sobretodo porque está muy frío y resbaloso. También lo volqué en la mesa y por el suelo. ¡Una buena que lié con el helado!

De todas formas me lo pasé muy pero que muy bien y es que yo, siempre que está Natalia conmigo, me lo paso estupendamente. El tiempo pasa volando junto a ella y siempre me da mucha pena despedirme de ella al final. Miguel también se lo pasó en grande.

Mis padres también se lo pasaron muy bien, como los abuelos y mis titos Ana y Paco, que fueron los que invitaron por la cena de cumpleaños de Natalia. Gracias a todos. Y felicidades de nuevo a Natalia, mi primita mayor favorita.

sábado, 11 de junio de 2011

Sin pañales por las noches

Últimamente están ocurriendo muchas cosas importantes en casa, pero con eso de que están ocurriendo muchas cosas apenas tenemos tiempo para escribir en el blog. Lo principal, lo más importante, y de lo que estoy más orgullosa y mis padres también están orgullosos de mí, es que desde el martes de la semana pasada estoy durmiendo sin pañales. Duermo con braguitas pero sin pañales, lo que es un gran avance.

Lo he llevado muy pero que muy bien porque no se me ha escapado ni una sóla y diminuta gota de pipí. Mis padres dicen que ya estoy preparada para dormir en cualquier cama, incluso en la de un hotel. ¡Y es que de pronto me estoy haciendo mayor!

Una de las cosas que mis padres han hecho para que yo consiga no hacerme pipí, ha sido prometer comprarme un juguete si conseguía estar hasta el sábado sin hacerme pipí encima, y como lo conseguí, pues eso, que me compraron una muñeca que yo elegí, que es la yo le había echado el ojo en una revista de juguetes. Mi hermano también se vio beneficiado de mi avance porque vino conmigo y con papá a la juguetería y se llevó un coche para casa. ¡Qué suerte tiene! ¡Yo hago las cosas bien y él se lleva un regalo!

miércoles, 8 de junio de 2011

Un bombazo de sandía

El sábado pasado mi hermano y yo fuimos a acompañar a papá a comprar fruta a la frutería. Fuimos a una frutería que hay frente al Mercado de El Boquetillo, una que se llama frutería Avenida, y es la frutería a la que también suele ir mi abuela Pepi desde hace muchos años, por eso a mi padre le gusta ir allí, además de porque el frutero es también abonado del Málaga CF como él, y siempre que van echan una charlita de fútbol, aunque lo más importante es que la fruta de allí está muy buena.

Pues resulta que estando los tres allí, mientras papá hablaba de fútbol con el frutero y mientras yo estaba jugando con los pimientos verdes, mi hermano Miguelito, no se sabe muy bien por qué, agarró una sandía enorme que había en una cesta e intentó levantarla creyéndose que es un fortachón, la cosa es que lo consiguió, la levantó, pero al momento se le cayó a suelo y ¡bum!, bombazo de sandía en el suelo. La sandía se rompió casi completamente en dos partes. La reventó completamente, de un lado a otro, y se montó una buena en la tienda. Un charco rosa en mitad de la tienda. ¡Vaya travesura!

Cuando papá lo miró, Miguelito no sabía donde meterse, se escondió detrás de las lechugas, con las manos en la cara, pidiendo perdón y diciendo había sido sin querer. Papá cogió la sandía del suelo la metió en una bolsa para llevársela a casa, pero el frutero, que es muy amable, dijo que la sandía, después del golpe, se ponía mala enseguida y que mejor no se la llevara y no permitió que papá la pagara.

Vaya rapapolvo que le echó mi padre a mi hermano y la carita de santo y de no haber roto nunca un plato que ponía Miguelito.

domingo, 5 de junio de 2011

La vuelta

El domingo también nos despertamos temprano para no perder la costumbre y para intentar aprovechar el día. La idea era ir a desayunar y después de nuevo a la piscina. Desde que llegamos Miguel no hizo otra cosa que estar todo el rato metido en el agua, en su piscina favorita, la piscina caliente, como él la llama, porque además de estar el agua más caliente, también hacía pie al ser más chiquitita. ¡Cómo ha disfrutado el tío en el agua! Se ha pasado todo el rato en remojo, y no quería salir ni cuando estaba tiritando y con los labios morados.

Después volvimos a comer en el chiriguito y después una buena siesta en el coche de vuelta, mientras papá conducía desde el hotel hasta nuestra casa. Llegamos a casa casi sin enterarnos, casi que podría decirse que cerramos los ojos en la puerta del hotel y los abrimos en el garaje de casa. Yo casi lo hice, pero Miguelito fue exactamente así.

Al llegar a casa tuvimos que ponernos las pilas para guardar tantísimas cosas, especialmente mamá y papá, porque, en realidad, Miguel y yo nos quedamos viendo los dibujos en el salón mientras ellos hacían todo el trabajo. Pero es que volvimos con muchísimas ganas de ver un buen rato los dibujos tumbados en el sofá. ¡Qué bien sienta siempre la vuelta a casa!

viernes, 3 de junio de 2011

Bajo el sol chiclanero

En Chiclana tuvimos un tiempo magnífico, y eso que cuando mirábamos al hombre del tiempo en la tele siempre colocaba una nube negra y algo de lluvia, pero la realidad fue otra. Así que como hizo muy buen tiempo pudimos acercarnos a la piscina nada más llegar. Estrenábamos manguitos nuevos y Miguelito además un flotador, aparte de bañadores.

Pasamos un primer día buenísimo y después de cenar, sentados en unos sillones que hay en uno de los salones del hotel me entró un sueño grandísimo y no paré de pedirle a nuestros padres que nos volviésemos a la habitación para dormir, aunque, más tarde, tras mucho insistir, ya en la habitación se me quitó de repente el sueño, pero a cambio me entró hambre. A mis padres no le hizo mucha gracia porque en el bufé apenas comí porque no tenía ganas, y después en la habitación me entró. Menos mal que mamá siempre está muy pendiente de todo y tenía un plátano para mí.

Al día siguiente después de desayunar churros con chocolate que había en el bufé, fuimos a la playa, a la que nos llevamos nuestros cubos y palas. ¡Qué divertida es la playa! ¡Hay tanta arena para jugar! Estuvimos allí hasta la hora del almuerzo, y fuimos a comer a un chiringuito que hay cerca de la piscina, donde ya pasamos toda la tarde, hasta poco antes de la hora de la cena.

Bajamos a cenar, esta vez comí más para que no me entrara hambre en la habitación, y después de cenar, de camino a los salones del hotel comenzó una atracción de magia. ¡Qué me gusta la magia! ¿Sabéis qué? ¡Me sacaron al escenario como voluntaria! !Qué suerte tengo ¿verdad? Hice el truco de unir dos aros cerrados, una y otra vez. Qué ilusión me hizo hacer magia.

Después ya en la habitación le dije a mi padre si me podía comprar un par de aros para enseñarles a mis amigas y a mi prima Natalia cómo sé hacer magia, pero le entró mucha risa y no me hizo mucho caso.