sábado, 31 de marzo de 2012

¡Cómo cambian los días!

Ayer fue un día un poco extraño. Uno esos días que te dan y te quitan, que son malos pero después buenos. Me explico: por la mañana fue un día normal, como siempre, es decir, te levantas, desayunas, te vistes y al cole, luego almuerzo en el comedor y a jugar un rato hasta que nos recoge nuestra madre. Después en casa viendo un poco la tele mientras nuestros padres almuerza y justo después a bañarse porque vamos a clases de inglés. Entonces todo es un correr sin parar.

Fuimos a clases de inglés corriendo, casi si respirar, y cuando terminó nos tuvimos que ir otra vez corriendo al dentista porque tanto mamá como Miguel tenían cita. Pero Miguel decía sentirse cansado ¡Cómo! ¡Cansado Miguel a las seis de la tarde! Algo debía estar pasándole. Inmediatamente empezó a sentir frío, y a sentir temblores. En la sala de espera del dentista se durmió nada más sentarse y tenía la frente ardiendo. ¡Jo, qué aburrida la sala de espera con Miguel dormido! ¡Allí estuvimos más de una hora! Cuando despertaron a Miguel la lió buena. Sólo estuvo callado cuando el dentista le dijo que abriera la boca. Pero en la sala de espera, mientras mamá estaba dentro no hacía otra cosa que llorar. Papá nos sacó de la sala y le dijo a mamá que nos esperaba en el coche. Miguel pasó todo el rato en el coche llorando preguntando por mamá y yo tenía un hambre que no veas, porque mis padres habían olvidado darme la merienda. Así que como la merienda estaba en el coche, merendé en el coche mientras Miguel lloraba. ¡Qué pesado! ¡Estaba loca por irme a la casa, ponerme el pijama y ver un poco los dibujos! Pero en ese momento, inesperadamente, pasó por la acera mi tita Ana con Natalia. ¿Sabés qué? Estuvo un buen rato con nosotros y mientras estábamos allí pasó la abuela Pepi. ¡Otra sorpresa!

Al final llegó mamá al coche y Natalia se vino con nosotros a la casa. Mamá nos hizo patatas fritas con huevo frito, que resulta que es la comida preferida de Miguel, de Natalia y mía. ¡Qué bien lo pasamos los tres jugando en el salón! Fue muy gracioso escuchar a Miguel decirle a Natalia en el ascensor que si ella sabía que él tenía muchísimos juguetes. ¡Cómo cambian los días!

miércoles, 28 de marzo de 2012

El golpetazo

Este fin de semana en casa hemos hecho el cambio de horario, en realidad lo ha hecho mi padre, que es el que se ha encargado de cambiar todos los relojes de casa. Mi hermano y yo lo hemos sufrido, pues nos ha costado un poco más de lo habitual dormirnos tan pronto el domingo, pero sobre todo despertarnos el lunes por la mañana.

El lunes por la tarde nos quedamos toda la tarde en casa. Viendo dibujos, pintando y cosas así. Pero durante un buen rato, mientras mi padre leía tumbado en la cama, y mi hermano estaba junto a él jugando con el ipad, yo que estaba tumbada en el sofá y no sé cómo, no sé bien qué me pasó, me caí del sofá y me di un gran zambombazo contra el suelo. En realidad me golpeé la cabeza con la mesa.

Mi padre que al escuchar un gran golpe seco llegó en un santiamén, se preocupó por ver qué me había sucedido. No supe qué decirle, me avergonzaba explicarle que me había caído del sofá mientras estaba tranquilamente tumbada. Tardó un buen rato en pasárseme el mal humor. No sé si me dolía más el golpetazo o el ego. Menos mal que luego mi padre me dio para merendar un Petit Suisse y un Osito Lulú y todo se me pasó.

jueves, 22 de marzo de 2012

Un día en el campo y algunos regalos

Si el sábado fue de aúpa, el domingo no fue mucho peor. Teníamos previsto ir al campo a pasar el día con nuestros abuelos Pepa y Felipe. ¡Qué buen plan!

Mamá preparó una pimientos fritos y una tortilla de patata como a mí me gustan, es decir, como las hace ella. ¡Jo, qué bocadillo de tortilla de patatas me comí! No tengo muy claro qué es lo que más me gusta de ir al campo si ir al campo o comerme el bocadillo de tortilla. En el campo había paella, que habían hecho entre todos, pero no comí, porque a mí lo que me interesa de verdad es la tortilla de patatas. Sí tomó mi hermano Miguel y mis padres, especialmente mi padre que se tomó dos platos.

Al campo llevamos la moto de Miguel y mi bicicleta. ¡Jo, cuánta diversión! A la hora de merendar había bizcocho y tarta de chocolate. ¡Cómo nos pusimos todos de los dos postres! Con nosotros vinieron los padrinos de Miguel, que son mis titos Cristina y David. Qué bien jugamos con ellos, pero también con Blanca y con Nacho, que estuvieron un buen rato con nosotros.

Salimos del campo listos para meternos en la bañera y centrifugarnos. ¡Qué bien se queda uno después de un buen baño! Cenamos un sandwich y antes de ir a la cama le dimos a mis padres sus regalos. A mi padre porque era el día del padre y a mi madre porque era su santo. En realidad era al día siguiente, pero como al día siguiente teníamos muchas cosas que hacer, decidieron mis padres que no pasaba nada si lo adelantábamos y lo disfrutábamos un poco antes. A mi padre le cayeron cuatro libros, y a mi madre unos trapitos, como los llama papá, pero que en realidad no son trapos si no ropa. ¡Jo, qué cosas tiene mi padre!

domingo, 18 de marzo de 2012

Un sábado de aúpa

Este fin de semana también ha sido un fin de semana de aúpa. El sábado despertamos algo más tarde de lo habitual, sobre las diez de la mañana. ¡Jo, qué contenta estaba mami! Teníamos que hacer algunas cosas importantes. La primera era ir a hacerle a Miguel otro análisis de sangre. Bajamos andando pues hacía una mañana muy agradable.

Miguel volvió a portarse como un machote y un campeón. Tan sólo dijo ¡ay!, pero poca cosa. No soltó ni un pequeño llanto, ni lágrima ni nada. Se portó tan bien que hasta olvidaron en darle un caramelo. Supongo yo que pensaron que era un niño mayor y que por eso se les pasó. Como el análisis era en ayunas, seguidamente fuimos a desayunar. Tomamos churros con chocolate. ¡Qué nos gustan en casa los churros con chocolate.! Bueno Miguel no toma chocolate. Toma churros pero sin chocolate, ni azúcar ni nada. Así a palo seco. En realidad toma un Colacao, pero no lo moja.

Después, como premio por haberse portado tan bien, nuestros padres no llevaron al Zoo. ¡Qué suerte que tengamos un Zoo en nuestra misma localidad. A Miguel le gustó mucho ver a los monos y a un pez muy grande, que él decía que era un pez espada pero que no lo era, aunque por mucho que se lo repitiésemos, él insistía que sí. ¡Vaya cabezón! A mí lo que más me gustó fue encontrarme con una amiguita mía: Blanca. ¡Lo pasamos tan bien juntas!

Desde el Zoo fuimos directos a la casa de los abuelos Pepi y Miguel. Nuestra abuela había preparado una paella riquísima y también mejillones y gambas. Yo comí mucha paella y Miguel muchos mejillones. ¿No es extraño? Después de merendar con los abuelos volvimos a casa a descansar. ¡Qué sábado más intenso!

martes, 13 de marzo de 2012

La gran batalla

Algunas veces mi hermano, durante la tarde, decide ponerse a jugar a lo grande. Entonce saca todos los juguetes que tiene, absolutamente todos, luego los ordena, los va poniendo todos en fila, y luego una segunda fila, y luego la tercera, así hasta que hace una especie de frontera de juguetes. Es como una gran batalla. Todos los juguetes contra uno.

Muchas veces, cuando ya los ha sacado todos y los ha colocado en su manera militar, decide poner los amigos juntos, es decir, los juguetes de coches, con los de coches, las motos con las motos, los perros con los perros, los indios con los indios, los paracaidistas con los paracaidistas, así hasta que sólo quedan cosas sueltas. Cuando termina, después de un gran rato, entonces llama a mis padres para que vean lo que ha hecho, para que comprueben su trabajo, que en realidad sólo para él tiene sentido y se le nota en la cara de orgulloso después de todo lo que ha hecho. Es una especie de exposición de juguetes que si sirve para algo es para hacer inventario y darse cuenta de que tiene más juguetes de los que puede recordar. En fin, que en ese momento llega lo peor, lo que cuesta más trabajo, que es recoger.

lunes, 12 de marzo de 2012

La banda

Con tantas emociones últimamente, con tanto tirar bolas de nieves y cosas así, olvidé contar que el viernes pasado en el cole me gané una banda para colocarme en el pecho. Una banda muy especial porque significa que soy la mejor lectora de mi clase. ¡Jo, qué orgullosos que estaban mis padres! Fue muy emocionante cuando mi madre me recogió del cole y yo salí con la banda donde pone Campeona de lectura. Y cuando mi padre abrió la puerta de la casa y allí estaba yo plantada, con una sonrisa de oreja a oreja, esperando ver lo contento que mi padre se podría al leer mi banda sobre el pecho.

Ser la campeona de lectura es una de las más importantes razones que han llevado a mis padres a decidirse a ir a Sierra Nevada. ¿Verdad que es una gran recompensa? Por eso, el domingo al volver de la nieve, después de bañarnos y cenar, cuando mi padre me llamó para leer, acudí dando un salto. Y es que ya me estoy preparando para conseguir más premios como el del ayer.

domingo, 11 de marzo de 2012

En Sierra Nevada

Este fin de semana, en principio, no teníamos previsto nada extraordinario, si acaso, visitar a mi abuela Pepi que está malita. Por eso el sábado fuimos a comer a su casa. Mi padre salió con el abuelo y volvieron con comida de India, que por lo visto es un lugar donde hacen la comida bastante picante y por eso ni mi hermano y ni yo tomados comida india, pero también porque antes de que volvieran mi padre y mi abuelo Miguel con la comida, nosotros ya habíamos almorzado. Y es que no pudimos esperar tanto tiempo sin comer.

Luego por la tarde mis padres nos dijeron que si no pasaba nada y nos portábamos bien mientras mi padre estaba en el fútbol viendo al Málaga, quizás, nos llevarían a ver la nieve a Sierra Nevada. Así que nos portamos muy, muy bien para conseguirlo, y aunque al final mamá dijo que nos habíamos portado regular, fuimos.

Sierra Nevada está a un buen rato de carretera desde casa. Estaba tan lejos que tuvimos que parar para hacer pipí y tomarnos un donut. Conforme nos íbamos acercando se veía más y más grande cada vez. También había muchas curvas y mi hermano Miguel que no lo ha llevado muy bien ha vomitado. Tuvimos que parar en un lado para que echara la papa, o el donut para ser más exactos. Pero fue echarlo y mano de santo, en seguida se le pasó el mal rato.

Al llegar arriba nos montamos en un teleférico que nos llevó hasta lo más alto de la montaña y allí había nieve por todos lados. Nieve y más nieve. Lo primero que hicimos mi hermano y yo al llegar fue tirarnos en la nieve, y lo segundo tirarles a nuestros padres bolas de nieve. ¡Jo, qué divertido! Ir a la nieve era mi sueño más grande en estos momentos, y ya lo he hecho realidad. ¡Viva, viva! ¡Viva la nieve! ¡Viva Sierra Nevada! Es superemocionante deslizarse por la nieve y coger un poco de carrerilla y después tirarse. ¡Es estupendo! ¡Me encanta!

Andamos por la nieve, corrimos por la nieve, tiramos bolas, nos revolcamos, hicimos montones de nieve y todas esas cosas cansan y además dan hambre, así que fuimos a un restaurante que hay allí mismo en la nieve y, en una terraza soleada, nos sentamos a comer unos bocadillos con patatas fritas y zumos. Seguimos un rato más por la nieve, tirando muchas bolas y volvimos a tomar el teleférico hacia la parte de abajo, donde mis padres se tomaron un café y Miguel y yo unos helados. Después al coche. Miguel en el camino de vuelta ni se enteró, en la segunda curva ya estaba dormido y mamá casi que también. Tan sólo papa y yo no nos dormimos. Íbamos disfrutando de la música. Él conduciendo y yo mirando por la ventana. ¡Ha sido un día maravilloso!

sábado, 10 de marzo de 2012

Un día en el campo

Un buen día del fin de semana pasado mis padres decidieron ir al campo. En realidad fue una idea de mis abuelos Pepa y Felipe, y nos preguntaron si queríamos ir con ellos y mis padres le dijeron que sí. También vinieron nuestros titos Rosi y Chiqui con Daniel.

Al despertar papá fue a por churros y mamá comenzó a preparar una gigantesca tortilla de patatas. No sé si lo he dicho alguna vez pero las tortillas de patatas de mi madre es una de las comidas más sabrosas y ricas que nunca he tomado. Yo podría estar comiendo tortilla de patatas todos los días, y papá dice que él también comería tortilla de patatas todos los días, pero también dice que si eso fuese cierto nos hartaríamos en pocas semanas.

Al campo nos llevamos pan, bebidas, la merienda, un salchichón, algunas cosas más y la tortilla de patatas, claro. También nos llevamos mi bicicleta y la moto de Miguel. ¡Qué buena idea! Os aseguro que conducir la bicicleta en el campo no es una cosa sencilla, porque en ocasiones la rueda patina y es difícil avanzar, otras veces hay piedras con las que tropezar y baches y hoyos con los que hay que llevar los ojos bien abiertos. Pero, con diferencia, lo que más me divirtió fue cuando cogí la cuesta abajo y montaba tan rápido como una caballo salvaje al galope.

Miguel llevó su moto, y también estuvo un gran rato jugando con ella, pero en el campo hay otras cosas que le llaman la atención a Miguel. Supongo que os imagináis qué es: las piedras y los árboles. ¡Vaya sorpresa!

Os coloco una foto de Miguel en acción y otra que yo le hice a mamá.

jueves, 8 de marzo de 2012

En clase de inglés

Los martes y los jueves mi hermano y yo vamos a clases de inglés. Mi padres dicen que aprender inglés es muy importante, porque es bueno saber entenderse en varios idiomas. Muchas veces nos preguntan los números, los colores, y algunas palabras tan distintas como pencil, blackboard, tree or car para comprobar lo bien que estamos aprendiendo.

Yo voy algo más avanzada que Miguel, sobretodo por que soy mayor y además aprendo muy rápido, aunque el inglés me está costando más. Pero en la última clase de inglés aprendí mucho más que Miguel seguro, porque Miguel se sentó en su silla, apoyó los codos en la mesa, se puso la mano en la cara y se quedó dormido. Sí, completamente dormido. Y es que claro, como va de un lado para otro saltando, brincando, corriendo y cosas así, cuando por fin se para le debe entrar un cansancio que a mí sólo de imaginarlo ya me está entrando sueño.

sábado, 3 de marzo de 2012

Kung-Fu Panda 2

Estábamos en casa todos: papá, mamá, mi hermano Miguel y yo, cuando mamá, con algo de desgana, tuvo que irse a trabajar, por lo que papá se quedó a nuestro cuidado. Bueno él suele ir al cuarto del ordenador o bien se tumba a leer en la cama mientras mi hermano y yo hacemos y deshacemos todo lo que queremos y más. Especialmente mi hermano.

Pero cuando papá nos llamó para que fuésemos a la cocina para merendar, al entrar en el salón y ver en qué estado estaba todo, comenzaron a salirle rayos por las orejas, los ojos rebotaban como dos palmas fuera de la cara y el labio inferior cayó hasta el suelo, aunque puede ser que exagere un poco, pero la cosa fue que papá dijo que fuésemos a merendar y que había que comérselo todo. Sabíamos que no había que poner ni un solo pero y así lo hicimos y al terminar papá dijo que teníamos que recoger todo el desastre en ese mismo instante y que si lo hacíamos rápido se sentaba con nosotros para ver una película con las luces apagadas como si fuese el cine. En ese mismo momento Miguel y yo sacamos los seis brazos y seis manos que tenemos cada uno cuando nos lo proponemos y en un santiamén todo estaba recogido.

Cinco minutos después estábamos los tres sentados en el sofá, todo rodeados de cojines, con una manta bien tapados y viendo Kung-Fu Panda 2, en completa oscuridad. ¡Qué bien lo pasamos! Aunque Miguel a la media hora, cuando el oso panda estaba en la fase de meditación y eso, se quedó dormido y ya no vio nada más, pero tampoco parecía importarle.