lunes, 30 de noviembre de 2009

Tumbados

Este fin de semana ha sido un fin de semana muy intenso, especialmente el domingo. Nos fuimos a ver un partido de fútbol a casa de mi padrinos Mª Carmen y José Miguel. En principio íbamos sólo a merendar mientras veíamos el partido, pero finalmente también nos quedamos a cenar.

El partido debió ser muy emocionante porque todos tenían los ojos pegados a la gigantesca tele que tienen mis padrinos en el dormitorio. ¡Mi padre y Jose vieron el partido tumbado en la cama! ¡Qué cómodos! Mientras Natalia, Miguelito y yo no paramos de jugar al escondite y de ir de un sitio para otro. Todo el rato riéndonos. Nosotras -Natalia y yo- nos escondíamos y Miguelito nos buscaba diciendo ¿Dónde está? Poniendo las manos abiertas como sólo él sabe. ¡Qué gracioso!

Pasamos un día de partido buenísimo. Después de cenar mi padrino me dio unos dibujos que salieron de un aparato para poder colorear. Me encantaron y estuvimos un rato coloreando, pero teníamos que tener mucho cuidado de que Miguel no nos quitara los colores. ¡Qué peligroso!

En el coche de vuelta a casa, ya de noche, me quedé dormida pronto pero por lo visto Miguel estuvo todo el rato despierto hasta llegar a casa, y es que Miguel no para hasta acostarse. Menudo es él.

jueves, 26 de noviembre de 2009

El yoyó

Ya he escrito antes en este blog que mi hermano Miguel es muy juguetón y que mientras está suelto por casa se entretiene casi con cualquier cosa. Puede entretenerse con muchas cosas, digo, especialmente con sus pelotas, sus coches o mi plancha de juguete. Pero últimamente su entretenimiento favorito es un yoyó.

No sabe jugar correctamente con él. Ni siquiera lo intenta, le da igual, él es feliz yendo de un lado para otro tirando de una cuerda en la que al otro extremo hay algo que va chocando contra el suelo o los rodapiés y muy pocas veces rodando. No le importa para nada. Es feliz así y que no se le ocurra a nadie quitarle el yoyó. No veas cómo se pone el fiera de mi hermano.

martes, 24 de noviembre de 2009

Todavía...

El lunes después del colegio, bien entrada la tarde en casa, mi madre me pilló rascándome. Oh, oh... sospechábamos lo peor pero nadie quería ver lo que poco después se confirmó definitivamente. Todavía tenía piojos.

Ya que pensábamos que se habían extinguido, que habían dejado de picarme y se habían ido a fastidiar a otro lado, descubrimos que todavía paseaban por mi cabeza. Así que otra vez manos a la obra y otra vez los baños, mamá despiojándome con la lendrera y así todo el rato. Muy fastidioso.

Hoy no he ido al cole, a pesar de que mami sólo encontró un piojo y alguna que otra liendre, pero poca cosa. Me volvió a dar con el champú especial y hoy ya definitivamente no me pica nada. Esperemos que se hayan ido para siempre jamás, aunque nunca se sabe.

Por otro lado Miguel sigue igual de enérgico que siempre. No para. De un lado para otro y de allí para acá y vuelta a empezar. Ya ha aprendido a llamar a papá y entiende muchas cosas, pero no es tan parlanchín como yo, pero en cambio sí es muy gritón y pegón. A mí me da de vez en cuando una torta aunque como es chico todavía no duele nada, y es que tiene mucho genio y cuando se enfada no entiende de hermanos, padres ni amigos. Plaf. Torta que te doy.

Valiente prenda.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Despiojada

Ya estoy despiojada, o al menos eso parece, y por eso hoy he vuelto al colegio. Al final tan sólo he perdido un día -el pasado viernes- y estoy lista y preparada para seguir aprendiendo. En casa nadie parece haberse infectado, lo que es un logro de mi mamá, que se ha encargado -aparte de despiojarme a mí- de lavar todo lo que ha estado cerca mía (colchas, cojines, ropa, cepillos, peine,...). Todos ha significado un enorme trabajo de limpieza, sobretodo empezando por mí, que me he lavado cuatro o cinco veces tan sólo en un fin de semana. Todo el día en romojo, vamos.

Para descansar de tanto trabajo el domingo fuimos junto con mis abuelos Pepi y Miguel a almorzar a la calle. Fuimos a la Venta La Torre y una vez allí coincidimos con mis otros abuelos que casualmente también habían decidido salir a almorzar al mismo sitio. ¡Vaya sorpresa!

Después, mientras mi padre se fue al fútbol, yo fui con mi mamá y Miguelito a una cafetería con Nacho, Blanca y su mamá. Su papá no vino porque también fue al fútbol con papá. Me lo pasé en grande libre de piojos.

domingo, 22 de noviembre de 2009

La experta

Todavía seguimos en casa rodeados de piojos. No, no hablo de Miguel. Hablo de unos que tengo viviendo en mi cabeza. Aunque espero que por poco tiempo. Mamá se está dedicando a despiojarme la cabeza. Pasa un montón de tiempo mirándome por entre los pelos en busca de piojillos, porque en realidad son pequeñísimos -que yo los he visto-, pero no veas cómo pican.

Mi madre me mató ayer por lo menos cinco por la mañana y otros cinco por la tarde. Se ha convertido en una experta. ¡Qué remedio! Así que mamá -según papá- es una perfecta piojicida. Sólo esperamos que ninguno más se vea invadido por los picores, especialmente Miguelito.

También espero escribir la próxima vez diciendo que mi cabeza es una zona libre de piojos.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Liendres y piojos

¡Qué picor! Jo, desde ayer después del cole ha empezado a picarme la cabeza de una manera exagerada. Llevo gran parte de la noche rascándome, ras ras. Mis padres al principio no creían que pudiera tener piojos porque por más que buscaban entre mis pelos no encontraban nada de nada, pero yo ras ras una y otra vez. A dos manos, con diez dedos rasca que te rasca, ras ras.

Pero esta mañana, cuando me he despertado, continuaba dale que te pego rascándome. Ras ras mientras me vestía, ras ras mientras desayunaba, ras ras mientras jugaba con Miguel. Mis padres han empezado a creer que definitivamente debo tener piojos y mi madre tras revisarme la cabeza centímetro a centímetro ha encontrado liendres. Sí, liendres. ¿que qué es eso? Pues por lo visto son los huevos de los piojos. Ras ras. Así que no he ido al cole para no propagar la infección, y he ido a casa de mi abuela Pepa. Esta tarde mis padres me van a lavar la cabeza con un champú especial hasta acabar del todo con las liendres. Ras ras.

Mi abuela, durante su búsqueda de esta mañana me ha encontrado un piojo. Ahora está muerto. Ja ja. Ras ras.

jueves, 19 de noviembre de 2009

El eco

En casa tenemos un eco muy gracioso. Se llama Miguel, pero yo a veces le llamo bichillo, otras simplemente bebé o pequeñín, incluso alguna vez dije que era un hombrecito blanquito. Pero papá últimamente dice que parece "el eco". Yo no sé muy bien lo que quiere decir pero me río igualmente.

Según parece, cuando papá estornuda como sólo él lo hace, es decir, con un gran aaachis, Miguel inmediatamente después dice chiiis, aunque no tan fuerte. Entonces papá se ríe. Más tarde mami me llama desde la cocina para que vaya a merendar: !Sofía ven a merendar aquí¡, y el pequeñín repite: quí, que viene a ser para él como decir aquí. Así es todo el rato. Eso, según parece, es parecer un eco.

Cosas que se aprenden.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Casi ocho

Esta pasada noche, mientras yo descansaba en un profundo y recuperador sueño, mi hermanito Miguel ha estado lloriqueando. Yo no me he enterado de mucho, en realidad prácticamente de nada, porque, como ya he escrito antes, estaba profundamente dormida, pero mis padres sí que se han enterado.

Por lo visto Miguel estaba tan protestón y lloroso que tras darle una vez y otra vez manzanilla -que tanto le gusta- y ver que no dejaba de llorar, mis padres se lo llevaron con ellos a su cama, intentando que allí, arropado entre ellos, se calmase. Pero no fue tan fácil. Al final tuvieron que darle la medicina que lo calmase.

Mis padres pensaban que lo que le tenía así de trabajoso era las heriditas que tiene en el culo, pero lo que realmente le quitaba el sueño, nunca mejor dicho, era un diente que le está saliendo, y del que ya se puede ver un poco. Se ve que viene con ganas de morder. Va a ser su diente número ocho, así que Miguel ya sabe lo que se hace.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Cosas que nos gustan

Mi hermano Miguel y yo estamos cada día más compenetrados. Hay muchas cosas que a los dos nos gustan. A mí me gusta el puchero y a mi hermanito también, aunque a él le gusta pasadito para que no tenga tropezones, y es que mi hermano sólo tiene siete dientes. A mí me gusta mucho beber agua, batidos y muchas cosas más y a mi hermano también pero Miguel sólo toma manzanilla, aunque, eso sí, a Miguel se puede considerar incluso que está llegando al vicio. Otra cosa que me gusta a mí es dormir por las noches con él cerca y a él también le gusta dormir conmigo cerca.

Ya hacemos muchas cosas conjuntamente, a veces nos peleamos y otras no. A mí me gusta hacerle cosquillitas a Miguel y a él parece que también le gusta que yo se las haga porque se ríe mucho y no para.

Pero de todas las cosas que hacemos juntos, de las que más nos gustan a los dos y, en esta ocasión, la practicamos al mismo tiempo, es montarnos en el columpio. En la foto no se aprecia bien pero los dos nos estamos balanceando al mismo tiempo. ¡Qué divertido!

jueves, 12 de noviembre de 2009

Tortícolis

Ayer miércoles me desperté de manera muy extraña. No podía mover el cuello hacia mi izquierda -¿o era mi derecha?, ya no me acuerdo-. En realidad sí que podía, pero me dolía mucho. Era la primera vez que me ocurría, al menos que recordáramos en casa. ¡Jo! ¡Qué mal rato pasé!

Tardaron mucho mis padres en detectar lo que me pasaba, principalmente porque yo no hablaba, sólo lloraba. Gritaba: ¡Aaaaay! y seguidamente ¡Buaaaahhh! En fin, una llorica, pero es que sólo tengo tres añitos.

Al final, cuando conseguí reponerme y decirles que me dolía el cuello, entonces mis padres tomaron medidas dándome una medicina y untándome una crema, y fui muy poco a poco mejorando, pero a la hora de ir al cole, todavía estaba con dolores y mi madre junto con mi señorita me tuvieron me meter en clase a la fuerza. Casi a rastras.

Una vez en el cole, jugando con mis amigas y corriendo por el patio, me fui encontrando mejor. Al terminar el día ya casi ni me acordaba.

Pero de todo, lo peor, sin lugar a dudas, fue quitarme el pijama y ponerme el jersey por la mañana. ¡Qué dolor! Me duele sólo de recordarlo.

lunes, 9 de noviembre de 2009

La R en la mano

Desde que soy mayor y estoy en el colegio muchos días almuerzo en el comedor. En el comedor no siempre la comida es de las que me gustan, hay veces que me gustan y hay otras que no me gustan. Cuando me gusta la comida me la como y ya está, sin ningún problema, pero cuando la comida no me gusta es cuando empiezan los inconvenientes.

Creo que a todo el mundo le pasa igual, cuando una comida te gusta te la comes y cuando no, pues no, aunque a mí, siendo sincera, no es que no me gusten, es que directamente no las pruebo. Diré por ejemplo algunas comidas que no me gustan: las espinacas, las judías, los guisantes, la lechuga... supongo que todos os habréis dado cuenta de lo mismo que me he dado yo, ¿verdad? ¡Todas las comidas que tienen color verde no me gustan! Y por eso no me apetece ni probarlas. ¡Y ya está!

Lo malo viene después cuando al final del almuerzo mi señorita de comedor me escribe en la mano una letra "R" cuando como Regular, una "B" cuando como Bien y una "MB" cuando lo hago Muy Bien, por ahora nunca me han puesto la "M" de Mal. Así que cuando llego a casa con una letra que sé que no le va a gustar a mi padre, pues me escurro hacia el salón sin decirle hola, ni darle un beso, ni nada, intentando pasar totalemte desapercibida. Me siento en el sofá sobre un cojín y debajo del cojín, mi mano.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Entrenando duro

Últimamente en casa andamos muy sorprendidos por lo rápidamente que Miguel está aprendiendo las cosas. Ya casi sabe todas las cosas que debe y, lo más importante, las que no debe tocar. Sabemos que algún día la curiosidad le podrá y hará alguna trastada de las suyas, pero no miento si digo que se está portando bastante bien.

Además también demuestra mucha agilidad. Ya va andando casi, casi sin caerse y cuando lo hace, ha aprendido a hacerlo de forma adecuada, no como me pasa a mí, que siempre me doy un chichonazo, o un culazo y luego me sale un morado. Miguel, además, una vez que se cae se levanta casi tan rápido como se cae, es increíble verle levantarse. ¡Tiene una agilidad! Y es que no para en todo el rato que está en casa. Tiene un perro (de juguete) en casa, que tiene una cuerda para sacarlo de paseo, y Miguel lo tiene todo el día de paseo. ¡El perro debe estar agotado!

Mi mamá dice que Miguel está muy fuerte, sobretodo debido a ese sin parar que se trae a diario, pero yo le he dicho que Miguel se entrena duro, que yo le he pillado haciendo pesas. Un kilo en cada brazo. En serio.