sábado, 29 de marzo de 2014

Disfrazados

Con tanto ajetreo que llevamos a diario algunas veces se nos olvida contaros algunas cosas divertidas que hacemos. Pero no pasa nada, porque todo tiene solución. Así que ahora os voy a contar el día en el que mi hermano Miguel y yo, Sofía, nos vestimos, o mejor dicho, nos disfrazamos para la fiesta de carnaval. Miguel se disfrazó de pirata y yo de bailarina de charlestón. La fiesta fue el 7 de marzo.

Fue un fiesta en el colegio, en el salón de actos, donde hubo un desfile de disfraces para todos juntos. Además también hubo un concurso de pastelería. Cada madre que podía llevaba un bizcocho o un pastel elaborado por ellas. Mi madre llevó un bizcocho de los que ella hace riquísimos. Yo estaba segura de que iba a ganar, porque mamá es muy buen cocinera. Se iban a repartir tres premios y mi madre se llevó el primer premio. ¿No es maravilloso? Yo me puse muy contenta. El primer premio de pasteles que ganó mamá eran utensilios de cocina y una jarra. Esperemos que siga haciendo pasteles.

Ese día también pude entrar al patio de infantil, donde normalmente está Miguelito, mi hermanito, y yo estuve cuando era pequeña, hace tiempo. Pero me gustó mucho repetirlo.

Había niños disfrazados de muchísimas cosas, como por ejemplo mis amigas. Ana iba disfrazada de hada aunque le gustaba decir que iba disfrazada de princesa, porque se le habían perdido las alas del disfraz. Mi amiga Marta vino disfrazada de reina católica y mi amiga Elena de Blancanieves. Jugamos a muchos juegos y lo pasamos genial.

Pd: La entrada de hoy la ha redactado Sofía casi completamente.

jueves, 20 de marzo de 2014

Por Granada viendo cosas

En Granada hicimos muchas cosas aparte de visitar la Alhambra. También fuimos por el centro y visitamos la cripta de los Reyes Católicos, que es algo así como una tumba pero a lo grande. Mi madre no tenía muchas ganas de verla, pero mi hermano Miguel y yo teníamos ganas de entrar y verla y como mi padre también quería, pues al final entramos y las vimos. Los Reyes Católicos fueron los que ganaron una batalla a los que estaban en el palacio de la Alhambra, los moros, y ganaron los cristianos y entonces se tuvieron que ir de allí.

Además también visitamos la Catedral de Granada y paseamos por el centro, y también cogimos un autobús que nos llevara hasta el Albaicín que es una zona de Granada que está en la ladera de una montaña y desde allí se puede ver una vista muy bonita de la Alhambra. Subimos para ver anochecer desde allí y todo fue muy bonito. Además el Albaicín es una zona de casas que también es muy bonita.

Estando en Granada también tuvimos que cenar y fuimos a un bar que no conocíamos donde devoramos toda la comida que nos pusieron. ¡Qué rico está todo lo bueno! Después bajamos al centro el autobús y paseamos un poco más por el centro, pero muy poco porque estábamos muy cansados.

A la mañana siguiente lo primero que hicimos, después de vestirnos, es salir y buscar un sitio donde desayunar churros con chocolate. ¡Qué buenos están los churros en todos lados! Después de desayunar paseamos viendo algunas de las plazas que aparecen en mi libro y que yo tenía ganas de ver y después decidimos volvernos a casa, porque a mi padre le dolía el pie porque se lo había lastimado y aún le quedaba un largo trayecto a casa. ¡Vaya buen sueñecito en el coche!

miércoles, 19 de marzo de 2014

Visitando la Alhambra

Estábamos en Semana Blanca y mis padres quisieron aprovechar la oportunidad de nuestras vacaciones para ir a Granada y visitar la Alhambra. Yo estaba por esos días leyendo un libro de Agatha Mistery que estaba situado en la Alhambra. Era un libro que me trajo el Ratoncito Pérez el día que me operaron y me quitaron el diente que me sobraba.

Fuimos a la Alhambra y la visitamos durante unas cuantas horas. Llegamos temprano y lo primero que pudimos darnos cuenta al bajar del coche es que allí, en la Alhambra, hacía un frío que no hace nunca en Fuengirola. Menos mal que mi madre, que es la que se encargó del equipaje, había traído bastante ropa de abrigo. ¡Es que está en todo!

Una de las cosas que más me gustó de la Alhambra fue el Patio de los Leones, y también el Patio de los Arrayanes. A mi hermano lo que más le gusto -dice- fue el Palacio de Carlos V. Otra cosa que nos gustó a todos es la vista de Granada que había desde la Torre de la Vela, desde donde se veía toda la capital de Granada y también la montaña de Sierra Nevada. Y es que claro, con la montaña tan cerca de la Alhambra, y la montaña todo nevada, es normal que hiciese mucho frío. Es como cuando te pones junto al frigorífico cuando está la nevera abierta.

lunes, 10 de marzo de 2014

Preparando la maceta

Aquí os ponemos una foto de ese día que fuimos al vivero y que compramos un tiesto y también tierra y entre mi hermano Miguel y yo mezclamos y lo preparamos todo muy bien para después poner la plantita de fresa. Parece un trabajo muy fácil pero nos tiramos un buen rato metiendo las manos en la tierra. ¡Qué olor tiene la tierra!

Después de acabar de plantar la fresa y dejarlo todo limpio nos quedamos muy satisfechos de todo lo hecho. Imaginad después cuando pudimos comernos cada uno de nosotros una fresa. Ya estoy deseando que crezcan más fresas para poder comérnosla.

Miguel y yo estamos todos los días mirando la planta a ver si sale alguna fresa más y ya hemos visto que hay tres fresas en camino. ¿No es emocionante?
 

viernes, 7 de marzo de 2014

En el vivero

Hace tiempo que mi padre lleva diciéndonos que un día vamos a ir a un vivero, y que vamos a comprar un buen tiesto donde entren cuatro manos, y que también vamos a comprar tierra, una buena tierra para cultivar, y una pequeña plantita, diminuta y chiquitita, pero que traiga en su interior algún fruto que podamos ver crecer. Y ese día llegó casi de sorpresa. Los tres (Miguel, mi padre y yo) fuimos a un vivero y allí elegimos un plato donde colocar el tiesto, un plato que sirviera para proteger el suelo y para se derramase toda el agua que sobrase. Después volcamos la tierra dentro del tiesto y también el abono, y los dos a la vez con nuestras pequeñas manos la removimos y le trasmitimos la energía que debería de utilizar para agarrar las raíces de nuestra pequeña planta. Plantamos un fresal, chiquitín y diminuto, pero con muchas ganas de crecer. Lo colocamos en el centro, desde donde pudiese ensancharse y crecer. Compactamos la tierra, siguiendo cada tarea con mucha atención. Regamos la planta, mi hermano por su parte y yo por la mía, repartiendo la labores y luego tranquilamente ayudamos a recoger todos los utensilios que habíamos utilizado, incluso ayudamos a barrer la poca tierra que quedó salpicada por alrededor.

Satisfechos por el trabajo llevado a cabo mi padre nos acompañó a lavarnos las manos, con cuidada paciencia nos secamos en la toalla. Los dos muy contentos y orgullosos de haber realizado todo por nosotros mismos, pero justo al final mi padre dijo que faltaba algo, que además era muy importante. Mi hermano y yo nos quedamos un poco indecisos, no suponíamos que era lo que faltaba por hacer: ¿desearle suerte?, ¿tirarle unos besos? ¿regarla cada día? No sabíamos qué era aquello que faltaba por hacer, pero mi padre dijo que lo que faltaba era tan importante o más como todo lo que habíamos estado trabajando nosotros durante la mañana. Nos faltaba ofrecerle nuestra planta al sol, aquel que le daría la energía diaria para que creciese y para que nos diera frutos. ¡Cuánta razón tenía!

Nos explicó que las fresas necesitan mucha luz y que deberíamos ponerla en el lugar de la casa donde más luz hubiese cada día y tras estudiar las distintas posibilidades decidimos ponerla en el balcón.
 
¿Quieren saber una cosa? Todo esto ocurrió hace ya un par de semanas y desde entonces nuestro fresal ha crecido algo, pero no mucho, sin embargo ya hemos tenido la fortuna de comer un par de fresas. ¿No es fantástico? Ahora cada vez que como una fresa puedo imaginar el trabajo que lleva hasta que llega a mi boca.

domingo, 2 de marzo de 2014

El kebab de Miguel

Mi hermano Miguel es un canijo pero no es un canijo porque no coma, no, sino porque no para de moverse, no para quieto en ningún sitio. Desde que se levanta hasta que se acuesta, durante todo el día, va de un lado de la casa para otro y siempre lo hace a toda velocidad. Si salimos a la calle, vayamos donde vayamos, él siempre es como si hubiese ido tres veces porque todo el rato está moviéndose. Mi padre dice que Miguel es como un río que siempre está en movimiento.

Además de moverse mucho también lo hace todo a lo bruto y eso, según me cuentan mis padres, también es algo que hace que no engorde, porque lo que es comer, cada día come más. Ahora está en un momento en el que le gusta casi todo. Que mis padres comen comida china, él la prueba, que mis padres comen un pescado, él lo prueba, que mis padres comen comida india, él también la prueba, y lo mejor de todo es que normalmente le gusta. El otro día para no ir más lejos mis padres pidieron un kebab y Miguel dijo que él quería uno para él también, y mis padres se lo pidieron. Ya lo había probado la vez anterior y le había gustado. Cuando el kebab llegó, con lechuga y cebolla incluida, cualquiera se lo quitaba de las manos. Devoraba.