El viernes me sorprendió mi abuelo Miguel que vino a recogerme a la guardería, luego, una vez en su casa, llegaron mis padres con Miguel. Todos comieron allí una estupenda paella que mi abuelita Pepi hizo expresamente, yo ya había almorzado en la guardería. Mi padre se puso como el kiko.
Al poco de terminar de almorzar se fueron porque habían quedado en Málaga con mis padrinos en la puerta del teatro Cervantes para ver un musical. No volvieron a recogernos hasta el día siguiente antes de comer.
Dormí en casa de los abuelos, en la cuna de Natalia... como ya soy mayor, mientras Miguel durmió en la cuna.
Al principio me hacía mucha ilusión dormir en casa de los abuelos pero una vez allí y a la hora de la verdad, empecé a echar de menos a mis padres, especialmente a mi madre y quería irme a mi casa, a mi camita. No opuse mucha resistencia y accedí finalmente a dormir en la cama, aunque a media noche me desperté y me colé en la cama de los abuelos.
Miguel también extrañó su moises y no durmió tan a pierna suelta en la nueva cuna. Se despertó un par de veces durante la noche, y es que, se debía sentir raro, pero en cuanto le daban el chupete, otra vez a dormir.
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