martes, 22 de junio de 2010

Churros, sardinas y Bob Esponja

Últimamente estamos todo el día muy ocupados, teniendo una agenda de lo más apretada. El domingo por la mañana el primero que se despertó fue Miguel. Todos estábamos dormidos a pesar de que eran algo más de las nueve de la mañana, pero mi hermanito empezó a gritar: ¡mamá... tete... suelo...! Una y otra vez, a grito limpio, y así ya no hay quien duerma. Entonces yo, también desde la cama, para acompañar a mi hermano a coro continué gritando: Quiero churritos, quiero churritos....

En cuanto Miguel escuchó la palabra churritos, comenzó a gritar. ¡bien, bien! Papá no tuvo más remedio que ir rápidamente a comprar churritos, y eso que no tenemos coche. Fue caminando pero volvió ¡corriendo!, para que los churros no se nos enfriaran. ¡Qué ricos estaban!

Después de desayunar fuimos Miguel, papá y yo a comprarnos unas sillas para la playa, y es que al saber que mi prima Natalia tiene su silla, me han entrado ganas a mí también de tener una. Y, por si acaso, le hemos comprado una también a Migui. Al volver a casa vinieron a recogernos en coche los abuelos Pepi y Miguel, y todos nos fuimos juntos a la playa.

Cuando estábamos en la playa llegaron tito Paco, tita Ana y Natalia. ¡Jo, cómo lo pasamos! A Miguel eso de bañarse en el agua no le hace mucha gracia, sobretodo porque el agua está fría, pero en cuanto se acostumbra, entonces no hay quien lo saque. Nos quedamos a almorzar en un chiringuito. Comimos sardinas en espeto, calamares,... y de postre un helado rosa en forma de pie. ¡Qué bueno estaba! ¡Invitó la abuelita Pepi!

Llegamos a casa y empezamos a prepararnos, sin perder un segundo, para ir al cumpleaños de Daniel, que no es mi primito, sino el hijo de Atkinson y Nerea, unos amigos de mis padres, que cumplió 2 añitos. ¡Es muy gracioso y guapetón! En el cumpleaños estaba ¡Bob Esponja!, bailando y repartiendo golosinas. Miguel no quiso ni acercarse, le daba miedo y a mí, en realidad, tampoco me hacía mucha gracia.

En el cumpleaños, que celebraron en su casa, había muchos niños, un castillo de aire para saltar, un parque de bolas, una pelota gigante y un cuarto entero de juguetes. Mi hermano encontró un Ferrari eléctrico, como el que tiene de la moto, pero en coche, aunque también había una moto igual que la que él tiene en casa de los abuelos. Muchos, muchos juguetes. Un cumpleaños genial. ¡Qué bien lo pasamos!

Al llegar a casa, fuimos directos a la cama.

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