miércoles, 8 de junio de 2011

Un bombazo de sandía

El sábado pasado mi hermano y yo fuimos a acompañar a papá a comprar fruta a la frutería. Fuimos a una frutería que hay frente al Mercado de El Boquetillo, una que se llama frutería Avenida, y es la frutería a la que también suele ir mi abuela Pepi desde hace muchos años, por eso a mi padre le gusta ir allí, además de porque el frutero es también abonado del Málaga CF como él, y siempre que van echan una charlita de fútbol, aunque lo más importante es que la fruta de allí está muy buena.

Pues resulta que estando los tres allí, mientras papá hablaba de fútbol con el frutero y mientras yo estaba jugando con los pimientos verdes, mi hermano Miguelito, no se sabe muy bien por qué, agarró una sandía enorme que había en una cesta e intentó levantarla creyéndose que es un fortachón, la cosa es que lo consiguió, la levantó, pero al momento se le cayó a suelo y ¡bum!, bombazo de sandía en el suelo. La sandía se rompió casi completamente en dos partes. La reventó completamente, de un lado a otro, y se montó una buena en la tienda. Un charco rosa en mitad de la tienda. ¡Vaya travesura!

Cuando papá lo miró, Miguelito no sabía donde meterse, se escondió detrás de las lechugas, con las manos en la cara, pidiendo perdón y diciendo había sido sin querer. Papá cogió la sandía del suelo la metió en una bolsa para llevársela a casa, pero el frutero, que es muy amable, dijo que la sandía, después del golpe, se ponía mala enseguida y que mejor no se la llevara y no permitió que papá la pagara.

Vaya rapapolvo que le echó mi padre a mi hermano y la carita de santo y de no haber roto nunca un plato que ponía Miguelito.

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