domingo, 5 de junio de 2011

La vuelta

El domingo también nos despertamos temprano para no perder la costumbre y para intentar aprovechar el día. La idea era ir a desayunar y después de nuevo a la piscina. Desde que llegamos Miguel no hizo otra cosa que estar todo el rato metido en el agua, en su piscina favorita, la piscina caliente, como él la llama, porque además de estar el agua más caliente, también hacía pie al ser más chiquitita. ¡Cómo ha disfrutado el tío en el agua! Se ha pasado todo el rato en remojo, y no quería salir ni cuando estaba tiritando y con los labios morados.

Después volvimos a comer en el chiriguito y después una buena siesta en el coche de vuelta, mientras papá conducía desde el hotel hasta nuestra casa. Llegamos a casa casi sin enterarnos, casi que podría decirse que cerramos los ojos en la puerta del hotel y los abrimos en el garaje de casa. Yo casi lo hice, pero Miguelito fue exactamente así.

Al llegar a casa tuvimos que ponernos las pilas para guardar tantísimas cosas, especialmente mamá y papá, porque, en realidad, Miguel y yo nos quedamos viendo los dibujos en el salón mientras ellos hacían todo el trabajo. Pero es que volvimos con muchísimas ganas de ver un buen rato los dibujos tumbados en el sofá. ¡Qué bien sienta siempre la vuelta a casa!

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