viernes, 12 de noviembre de 2010

Churros para todos

Cuando el domingo por la mañana desperté, porque desperté la primera de los tres que estábamos en el cuarto, fui al cuarto de mis padres, pero mientras salía, Miguel se despertó, y entonces ya no hay más remedio que despertarse todos en casa, y me atrevería a decir que casi también la mayoría de los vecinos, porque mi hermano es un muy escandaloso.

Mi padre nos preguntó, si mientras nos espabilábamos y mamá preparaba el desayuno, nos gustaría que fuese a la churrería para traernos churritos. ¡Jo, cómo le gustan los churros a Miguel! ¡Bien bravo! ¡Churritos! ¡ Y qué contento se puso cuando papá llegó con los churros a la casa!

Después pasamos toda la mañana en la casa hasta que llegó la hora del almuerzo y fuimos todos juntos con los abuelos Pepi y Miguel a comer a una venta. Nos portamos bastante bien, especialmente mi hermano, que aunque parezca mentira comió más que Natalia y yo, y además estuvo todo el tiempo sentadito en su silla. Bueno, en realidad, no fue todo el rato, pero casi. Desde allí ya nos despedimos de Natalia que se fue con los abuelos a casa de sus padres, y nosotros volvimos a casa.

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