miércoles, 8 de septiembre de 2010

70 años

El lunes por la noche mi hermanito parecía tener fiebre, y cuando mamá le puso el termómetro se confirmó la sospecha. Tenía en la frente algo más de 38º, por lo que mis padres no lo llevaron a la mañana siguiente a la guardería y se vino conmigo a casa de mi abuela Pepi.

En casa de mi abuela Pepi era un día especial porque mi abuelo cumplía 70 años, casi nada, y teníamos prevista una celebración en un restaurante para cenar por la noche, con tarta incluida. ¡Qué ilusión! Pero antes de irnos nos duchó la abuela para que mis padres pudieran darse prisa para llegar al restaurante.

Miguel parecía que mejoraba y pudimos ir. Todos lo pasamos genial, especialmente el abuelo, que aunque le tocó pagar la cuenta, estaba muy feliz y contento de tenernos a todos cerca de él en un día tan especial. Recibió muchos regalos y se le veía muy feliz, pero tenía la pena de que a mi hermanito Miguelito parecía que le subía la fiebre, así que hoy tampoco ha ido a la guardería y hemos ido juntos a casa de mi otra abuela, Pepa, mientras mis padres están en el trabajo.

Esta tarde mamá lo llevó al pediatra y el médico dijo que Miguel tenía la garganta muy irritada y que si no bajaba la fiebre esta noche, y mañana sigue igual, le tienen que dar antibióticos. Esperemos que no sea necesario y se recupere pronto.

Yo estoy segura de que se va a recuperar pronto y, además, lo va hacer sin la ayuda de los antibióticos, porque Miguel es muy fuerte y tiene muchas ganas de jugar. Y papá dice que eso es una muy buena señal. El pobre ya se ha perdido dos días de guardería, esperemos que mañana esté mejor.

Yo sigo apurando mis últimos día de vacaciones, pero ya estoy ansiosa por empezar en mi nuevo curso. ¡Qué ganas!

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