Ayer fuimos al médico, a la revisión del año y medio de mi hermanito Miguel. Como era viernes pudimos ir todos: papá, mamá, Miguel y yo. No os podéis ni imaginar lo llorón que se pone Miguelito en cuanto reconoce a nuestro pediatra. Las batas no le gustan nada.
Venga llorar y llorar, dando manotazos, patadas y colorao como un tomate. Pesarlo no es del todo difícil pero medirlo, eso sí que es complicado. Lo importante es que todo va bien, y sigue creciendo, poco a poco dentro de lo normal.
Después fuimos a tomar la merienda. Yo me tomé un gran trozo de tarta de chocolate. Umm... estaba buenísima. No dejé nada de nada en el plato. Seguidamente, para bajar la comida, fuimos paseando hasta un parque y luego dimos una vueltecita hasta que me cansé y volvimos al coche. Después la cena y a dormir.
Os coloco una foto de cuando Miguelito tenía tan sólo 3 días, y yo aún no lo había visto. Estaba preparadito para salir del Hospital dirección a nuestro hogar. ¡Que gracioso! ¿verdad? ¡Cómo ha cambiado en tan solamente un año y medio!
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