Este fin de semana ha sido algo más tranquilo que de costumbre. Hemos pasado mucho tiempo en casa, jugando con nuestros juguetes, coloreando, viendo dibujos en la tele y cosas así. Lo peor es que Miguel ha vuelto a hacer una de las suyas, aunque un poco sin querer, la verdad.
El sábado por la mañana, mientras papá estaba fuera, mamá y yo estábamos desayunando tranquilamente en la cocina. Y Miguel, que pasa todo el tiempo del que dispone maquinando alguna trastada, decidió sentarse en el filo del cubo de la fregona. Tanto se apoyó al sentarse, que volcó el cubo, y todo el agua que había dentro se derramó inundando todo el lavadero, poniendo a Miguelito empapado de agua. Mamá tuvo que cambiarlo de arriba abajo, pañales y tenis incluidos. Vaya regañeta que le cayó al pobre. Pero claro, es que no se está quietecito ni un solo momento.
La pobre de mamá se quedó a medio desayunar y se le puso el café frío.
Os coloco una foto un poco loquita, dándome un baño espumoso.
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