domingo, 18 de abril de 2010

Pobre mamá

El fin de semana ha pasado y ha vuelto a ser un fin de semana pasado por agua. Así que no hemos podido ir al parque, aunque, en realidad, no hemos podido ir casi a ningún sitio. Todo el fin de semana en casa. Al menos papá fue a por churros el sábado por la manaña y los tomamos en casa, y también he visto muchos dibujos. Muchísimos.

Otra cosa que hemos comprobado una vez más es que Miguel es muy duro. Estaba trepando por la trona que tenemos en el salón de casa. Ya sabéis: ahora se sube al sofá, se baja, se sube a la mesa, se baja, se sube a la silla, se baja, así está todo el rato, y en una de ellas se cayó dándose un golpe. Ni protestó. Seguía a lo suyo, pero entonces apereció papá en el salón y pilló a Miguel subiéndose en la trona. Le regañó y cuando Miguel le miró papá vió que tenía sangre en la nariz. Sí, y estaba ya seca. Valiente susto se llevó. Y es que Miguel se da porrazos y ni se queja. Es más burro, más burro.

Pero lo peor de todo el fin de semana, sin duda, fue el final. Una vez que me había dado un baño espumoso, tranquilita, disfrutando en la bañera. Cuando mamá me estaba peinando, descubrió una liendre. ¡Otra vez no, por favor! Vuelta a echarme el champú anti-piojos, otra vez bañarme, otra vez lavar las sábanas, las colchas, los cojines, mis pijamas... pobrecita mamá.

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