lunes, 16 de noviembre de 2009

Casi ocho

Esta pasada noche, mientras yo descansaba en un profundo y recuperador sueño, mi hermanito Miguel ha estado lloriqueando. Yo no me he enterado de mucho, en realidad prácticamente de nada, porque, como ya he escrito antes, estaba profundamente dormida, pero mis padres sí que se han enterado.

Por lo visto Miguel estaba tan protestón y lloroso que tras darle una vez y otra vez manzanilla -que tanto le gusta- y ver que no dejaba de llorar, mis padres se lo llevaron con ellos a su cama, intentando que allí, arropado entre ellos, se calmase. Pero no fue tan fácil. Al final tuvieron que darle la medicina que lo calmase.

Mis padres pensaban que lo que le tenía así de trabajoso era las heriditas que tiene en el culo, pero lo que realmente le quitaba el sueño, nunca mejor dicho, era un diente que le está saliendo, y del que ya se puede ver un poco. Se ve que viene con ganas de morder. Va a ser su diente número ocho, así que Miguel ya sabe lo que se hace.

No hay comentarios: