Las cosas pasan rápido, demasiado rápido. Eso es lo que estoy aprendiendo durante estas vacaciones. Primero pensaba que Miguel nunca gatearía y ahora resulta no sólo que ya gatea muy bien, si no que además ya da sus primeros pasos, aunque es cierto que siempre va agarrándose a algo, ya sea al sofá, a la cama o de las manos de mis padres. También está aprendiendo a decir cosas. Pide agua siempre que quiere y está aprendiendo a decir mamá, aunque sólo lo hace cuando está dentro del parque, el carro o la cuna y quiere salir o que lo rescaten. Sólo en esos momentos llorones es cuando dice "maaaamá." También dice "oestá", que quiere decir: ¿dónde está?, especialmente cuando pregunta por mí, su hermana favorita. ¡Qué gracioso!
También le gusta mucho bañarse, tanto en la bañera de la playa como en la bañera de la casa, exactamente igual que a mí.
Yo por otra parte estoy muy charlatana, muy pero que muy charlatana. Demasiado, según mis padres, que me acusan de no dejarles hablar entre ellos y dicen que no me callo ni debajo de agua, cosa que no es cierta. Para nada.
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