Hoy ha sido otra de esas noches duras para mis padres. Miguel ha vuelto a vomitar, y lo peor es que también lo ha hecho con el biberón de la mañana. Yo no me he enterado de nada. Duermo tan profundamente que aunque pase un tren por mi cuarto no me entero, y es que jugar durante todo el día es algo agotador.
Cada vez que vomita se lia una buena. Hay que cambiar todas las sábanas, cambiarle de ropa y volverlo a dormir, que no es fácil porque llora tanto y coje un berrinche tan grande que es muy coplicado que vuelva a conciliar el sueño.
Aparentemente a Miguel uno lo ve normal, sonriente, con ganas de juego y todo parece ir bien, pero a la hora de comer parece que tiene menos apetito, y lo poco que come lo echa. Por eso hoy al medio día hemos vuelto a ir al pediatra. Otra vez.
Jesús asegura que la tos que tiene no la tiene cojida al pecho, que es lo más importante, pero ve que tiene más mocos. Por eso le ha mandado unas gotas que hay que echarsela por la nariz antes de dormir. Cualquiera. No quiero imaginar lo que va a liar el muy pillo. Menos mal que mis padres tienen mucha paciencia.
Cada vez que vomita se lia una buena. Hay que cambiar todas las sábanas, cambiarle de ropa y volverlo a dormir, que no es fácil porque llora tanto y coje un berrinche tan grande que es muy coplicado que vuelva a conciliar el sueño.
Aparentemente a Miguel uno lo ve normal, sonriente, con ganas de juego y todo parece ir bien, pero a la hora de comer parece que tiene menos apetito, y lo poco que come lo echa. Por eso hoy al medio día hemos vuelto a ir al pediatra. Otra vez.
Jesús asegura que la tos que tiene no la tiene cojida al pecho, que es lo más importante, pero ve que tiene más mocos. Por eso le ha mandado unas gotas que hay que echarsela por la nariz antes de dormir. Cualquiera. No quiero imaginar lo que va a liar el muy pillo. Menos mal que mis padres tienen mucha paciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario