Los días pasan tan rápido que cuando te das cuenta ya ha pasado el año, y aunque no lo creáis los años pasan igual de rápido para todos. Yo intento vivir la vida a tope pero no siempre es posible. Hoy por ejemplo ha sido un día tan intenso, con tanto ajetreo que a las ocho de la tarde ya no podía más con mi cuerpo, estaba tan agotada que me he quedado dormida. Ahora mismo estoy en mi cama.
El fin de año lo pasamos en casa de mis abuelos Miguel y Pepi. Estuve despierta hasta la madrugada, me tomé las uvas que mami me había pelado antes. En realidad todo el mundo las tomó peladas y sin hueso. Mami peló 60 uvas, que se dice pronto. Miguelito fue el único que no tomó uvas pero es que aún es muy chiquitillo, pero los abuelos, papá, mama y yo sí lo hicimos. Ellos además brindaron con cava pero yo encendí bengalas que es mucho más divertido.
Luego me quedé dormida en los brazos de papá y cuando me desperté estaba en la cuna que mis abuelos tienen para mí en su casa. Dormí allí como si fuese la mejor cama del mundo, o al menos eso me pareció. Sin embargo Miguel no estaba en casa de los abuelos, él estaba con mis padres y es que como he dicho antes es muy chiquitillo todavía.
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