El viernes pasado no era el cumpleaños de Miguel, que en realidad era el domingo, pero como el domingo no hay cole y el lunes tampoco, porque es fiesta, y el martes era posible que algunos niños no fueran al cole, mis padres decidieron que el mejor día para celebrar su cumpleaños en el cole era el viernes. Así que el viernes llevaron antes de comenzar las clases una tarta para que pudiera compartirla con los niños de su clase.
Da la casualidad de que en la clase de Miguel, que no hay ni veinticinco alumnos, hay dos que cumplen el mismo día. Mi hermano Miguel y su amigo Hugo. Tanto Hugo como Miguel nacieron el mismo día, que ya en realidad es un día señalado, porque es un día de fiesta en nuestra localidad. Así Miguel llevó una tarta y Hugo llevó unos paquetes de regalos, donde hay globos, golosinas, palotes y cosas así.
Imaginad cómo lo tuvieron que pasar en la clase de Miguel y Hugo, pues si ya es divertido celebrar un cumpleaños en clase, dos debe ser divertidísimo. Yo nunca he celebrado en mi clase dos cumpleaños el mismo día.
Esa tarde, al volver del cole y después del inglés, en casa, Miguel estaba nervioso porque al día siguiente íbamos a celebrar su cumpleaños con un montón de amigos en un parque de bolas, uno que está justo al lado de casa, donde Miguel tenía muchas ganas de celebrarlo, porque cada día que pasa por la puerta le entran ganas de entrar y nunca puede. Bueno sí, una vez estuvo en un cumpleaños allí y desde entonces dice que es el más superchulo y desde entonces dice que quiere celebrar su cumpleaños allí.
Os pongo una foto de un minuto antes de irnos para que Miguel y yo nos fuésemos al cole donde mi hermano celebraría su cumpleaños. La mancha del polo celeste es de agua, no preocuparos. Es que Miguel es así.
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