miércoles, 26 de octubre de 2011

A simple vista

El mismo domingo, poco después de escribir en este blog, mi hermano, en una de esas carreras que se da, viniendo como una moto desde su cuarto hasta el salón, sin explicarnos todavía bien cómo, de repente, se pegó un tortazo de los buenos. Se ve que corría mucho y dando la curva del salón se le cruzaron las piernas o qué se yo y aterrizó con la frente. Fue un sonido seco y fuerte. Todos pensábamos que se habría hecho algo gordo nada más oirlo. Rápidamente mis padres acudieron para lavarle la frente y ver qué le había pasado. Es muy difícil porque Miguel lo primero que hace es llevarse ambas manos a la frente y no las quiere quitar. No había sangre, pero sí un morado sobre el que se podía apreciar a simple vista como iba creciendo.

Mi madre suele tener polos helados en el congelador para estos casos. Así que lo primero que hicimos fue eso, colocarle el polo en la herida. Luego un antiflamatorio. ¡Qué buen rato se tiró llorando y diciendo "me duele, me duele". ¡Y vaya susto que nos dio a todos! Cualquier día se parte algo. Menos mal que por ahora es de plástico.

Pero todo eso ya pasó, y ya no se queja, pero, sin embargo, lo que tiene ahora es una fiebre alta, con muchos mocos y mucho mucho sueño. Por eso hoy se ha quedado sin ir al cole, en casa de mi abuela Pepa, que además es su cumpleaños.

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