lunes, 30 de mayo de 2011

Llegando a Chiclana

Ayer regresamos de pasar el fin de semana de vacaciones fuera de nuestra casa. Fuimos a un sitio que se llama Chiclana, y que está en Cádiz. Es un sitio que tiene de especial que está muy cerca de una playa muy grande y que tiene una orilla muy muy grande y una arena distinta, más fina, y que en lugar de estar en un mar está en un océano, que se llama el océano Atlántico.

Dentro de Chiclana hay un hotel que está muy cerquita de la playa, tan cerca está que se puede ir en un pequeño paseo andando, aunque cuando hace calor y vas cargada con los manguitos, un cubo, una pala, un rastrillo y una gorra se hace un poquito largo. Al final llegas cansada, pero la ilusión por llegar lo vence todo. Aunque a la vuelta es aún peor.

El hotel en el que nos quedamos tiene tres piscinas, sí tres, dos grandes y una pequeña. La piscina pequeña era redonda y el agua estaba más calentita, y era la favorita de mi hermano Miguel, que la llamaba la piscina caliente. Miguel y yo jugamos mucho allí, porque hacíamos pie muy fácilmente y siempre encontrabas en el agua juguetes flotando para jugar.

Bueno, creo que mejor os empezaré a contar todo lo que hemos hecho desde el principio, y lo primero que hicimos fue que mi hermano y yo hicimos mucho caso a mis padres y nos dormimos casi al salir de casa y no nos despertamos hasta que estábamos ya casi en la misma puerta del hotel. Un viaje muy tranquilo y rápido.

Nada más llegar, después de bajar las maletas, mientras mi padre aparcaba el coche, mamá realizó el "check in", que es algo así como decir al hotel que ya hemos llegado, y que nos dieran una habitación bien grande donde cupiesen una cama amplia para mis padres, una para mí y una cuna para mi hermano. Nos dieron una habitación estupenda que tenía una terraza con vistas a dos piscinas. ¡Qué ilusión le hizo a Miguelito el segundo día, cuando al despertar se asomó a la terraza, y se dio cuenta que desde la terraza se veía la piscina caliente! ¡Qué contento se puso!

Al hotel no fuimos solos, no. Cuando llegamos estaban allí tito Francisco, Mª José y Celia, también estaban Laura, Sergio, Gonzalo y Clara, y los otros abuelitos de Celia: Elena y Cristóbal. Más tarde se unieron a nosotros todos los demás: mis abuelos Pepa y Felipe y mis titos Cristina, David, Rosi, Chiqui y mi primito Daniel. Lo pasamos estupendo todos juntos. Hicimos muchísimas cosas que poco a poco os voy a ir contando...

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