El lunes por la mañana, a pesar de que casi todas las tiendas estaban cerradas, Miguel, mi padre y yo fuimos en busca de una nueva cámara de fotos, porque la última que teníamos se había estropeado del todo y ya no se abre cuando la enciendes. Está rota desde el día de mi cumpleaños.
Al salir, papá, muy contento, dijo que, por portarnos bien, nos llevaría a un sitio especial. ¡Y nos llevó a una bombonería! Una bombonería es como una pastelería y una cafetería al mismo tiempo, pero donde hay bombones en lugar de pasteles. Papá se tomó un café, yo un zumo de piña porque no tenían zumo de melocotón que es mi favorito y Miguel se tomó un botellín de agua que es lo que quería, pero también tomamos bombones, ¡claro! Yo fui la encargada de elegirlos. Pedí unos que había en el mostrador con forma de corazón que resultaron estar riquísimos. Miguel y yo queríamos tomar más pero como era antes de comer, papá decidió que compraríamos ocho de ellos más, nos los llevaríamos a casa y así los tomaríamos allí, junto con mamá. Dos para cada uno. En la bombonería sólo se podía hablar inglés porque todos los camareros sólo saben inglés, porque son ingleses, y yo aproveché para mostrar mis conocimientos de inglés, así que dije primero thank you y después eight.
De vuelta a casa, mientras paseábamos por la acera, vimos un accidente de una moto con un coche. No pasó nada grave, sólo plásticos rotos y un gran susto, pero a nosotros nos sirvió para comprender lo importante que es ir concentrado y muy pendiente de todo mientras se conduce y por eso no podemos distraer a papá o mamá cuando conducen.
3 comentarios:
¡¡¡Pero qué cosa más bonita de niños tengo!!!
Tenemos, mami, tenemos...
Qué guapos los dos!!!
Publicar un comentario