Hoy que casi todo el mundo está para arriba y para abajo, maletas para un lado y para otro porque se acaban las vacaciones de unos o empiezan las de otros, os voy a contar un secreto. Me pongo un poco colorada cuando lo digo pero así es, y no puedo evitarlo. Soy un poco vaga, que es más o menos que me gusta mucho quedarme en el sofá tumbada, o tirada por el suelo o todo lo que tiene que ver con moverse poco. Soy así. Cada uno es como es y no me importa decirlo. Mi hermano por el contrario no le gusta nada estarse quieto, ni siquiera una "mijita" de nada. Yo me levanto por las mañanas de la cama y si no acompaño a mi padre a comprar el pan es porque me tengo que levantar. Hay veces que, por ejemplo, tengo hambre y la comida está en el plato, lista para que le eche el diente, pero por no coger el tenedor y hacerlo yo sola espero a que mis padres me lo den en la boca. ¿Qué le voy a hacer si soy así?
Mi tita Rosi me dijo, el domingo pasado, cuando salíamos de la playa en dirección al coche, e iba yo arrastrando mis pesados pies, medio doblada del cansancio, que mis padres me iban a tener que apuntar a algún deporte. ¿Sabéis que le contesté? Que ni se les pasara por la cabeza, porque yo lo que prefiero, y es, además, lo único que estoy dispuesta a hacer, pintar, colorear y cosas de esas que son sentaditas. Y digo yo que en una casa con que haga deporte uno ya es suficiente ¿no? Pues que lo haga Miguelito, que siempre está dispuesto.
Mi tita Rosi me dijo, el domingo pasado, cuando salíamos de la playa en dirección al coche, e iba yo arrastrando mis pesados pies, medio doblada del cansancio, que mis padres me iban a tener que apuntar a algún deporte. ¿Sabéis que le contesté? Que ni se les pasara por la cabeza, porque yo lo que prefiero, y es, además, lo único que estoy dispuesta a hacer, pintar, colorear y cosas de esas que son sentaditas. Y digo yo que en una casa con que haga deporte uno ya es suficiente ¿no? Pues que lo haga Miguelito, que siempre está dispuesto.