Esta mañana bien temprano, cuando mi madre me despertó, me trajo dos regalos para que se los diera a mi padre en cuanto entrara por la puerta, porque eran sus regalitos del día del padre. También es hoy el día de mami. Es su santo. ¡Qué día tan importante!
Cuando papá entró en mi cuarto no tenía yo muchas ganas de decirle felicidades, ni de darle los regalos, pero, tras mucho protestar, se los di. Un libro y unas zapatillas para pasear. Le gustó mucho los dos regalos.
Luego, durante el camino a la guardería, mi padre y yo vamos contando las farolas, las papeleras y hoy me contó el cuento de La lechera. No me gustó mucho porque es triste. Pero es una buena lección que debo aprender, porque papá dice que aunque yo no llevo un cántaro en la cabeza, sí voy mirando para todas partes y tropiezo por todos lados.
Cuando papá entró en mi cuarto no tenía yo muchas ganas de decirle felicidades, ni de darle los regalos, pero, tras mucho protestar, se los di. Un libro y unas zapatillas para pasear. Le gustó mucho los dos regalos.
Luego, durante el camino a la guardería, mi padre y yo vamos contando las farolas, las papeleras y hoy me contó el cuento de La lechera. No me gustó mucho porque es triste. Pero es una buena lección que debo aprender, porque papá dice que aunque yo no llevo un cántaro en la cabeza, sí voy mirando para todas partes y tropiezo por todos lados.
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