lunes, 18 de junio de 2012

Un fin de semana en Chiclana

Este fin de semana hemos estado con toda la familia de mi madre en Chiclana, bueno en realidad en un hotel que está muy cerca de Chiclana. Entramos y pasamos todo el fin de semana encerrados allí. Nuestras ocupaciones principales dentro del hotel han sido estar a tiempo antes de que cerrasen los comedores y poco más.

Todo el tiempo que no estábamos en los comedores es porque estábamos en la piscina, en la playa o durmiendo en la habitación. Bueno alguna vez vimos unas actuaciones que ha sido una de las cosas, sino la que más me ha gustado de todo el fin de semana. Me encantó ver cómo una mujer cogía unos aros con fuego por todas partes. Como mi padre, que estaba viendo el fútbol, no lo vio tuve que explicarle que no se quemaba porque seguramente le habían enseñado desde pequeña para no quemarse y que por eso era un profesional de los aros.

Miguel y Daniel, mi hermano y mi primo, llegaron al hotel como si volvieran de la guerra, con heridas por todas partes, y después durante todo el tiempo no se separaron para nada, pero mientras estaban juntos, estaban todo el rato peleando. Cualquier cosa era suficiente, si no era por un coche, era por un rastrillo, por una concha o por lo que fuese, porque en realidad peleaban por cualquier cosa, pero cuando el otro no estaba, entonces no sabían pasar el rato el uno sin el otro. ¡Vaya dos!

Yo, con tanta piscina, he mejorado mi técnica al nadar y ya sé meter la cabeza debajo del agua, aunque no mucho, pero no importa, el verano acaba de comenzar, bueno ni siquiera eso, porque aún no ha comenzado.

Lo peor del fin de semana, por decir algo, son las fotos, mis primos: Celia y Daniel y Miguel y yo, no podíamos hacer otra cosa que estar todo el rato posando para fotos, parecíamos estrellas de cine. Menos mal que no teníamos que firmar autógrafos.

Todo lo demás ha sido fantástico: los desayunos, las tres piscinas, ¡sí tres piscinas!, el día de playa, los paseos por el hotel, las atracciones de las noches, los heladitos que me comí, las risas con mis titos, mi cama a la hora de acostarme... todo, hasta la siestecita que me di en el camino de vuelta han sido lo mejor del fin de semana.

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