lunes, 23 de enero de 2012

Marianito

El viernes por la tarde, después del cole, fuimos a visitar a unos amigos de mis padres al hospital, pero no os preocupéis que no había ocurrido nada malo, al revés, habían tenido un bebé.

Fuimos al mismo hospital en el que yo había nacido y me hizo mucha ilusión. Nuestros amigos eran Nieves y Mariano, que tuvieron un bebé pequeñito, que también se va a llamar Mariano, aunque nosotros le decimos Marianito.

Mis padres volvieron de la visita bastante enfadados con nosotros, porque no nos portamos nada bien. Primero Miguel estuvo un buen rato llorando y un poco insoportable, pues casi desde que entramos a la habitación no hizo otra cosa que llorar, así que mi padre se lo tuvo que llevar a dar un paseo. Lo que le pasó fue que durante el trayecto en coche desde casa hasta el hospital se quedó dormido, y cuando ya habíamos aparcado y lo despertaron para salir del coche, se puso como un loco porque no quería salir del coche. ¡Estaba tan a gusto allí dormido!

Mientras mi padre y mi hermano estaban dando una vuelta hasta que a Miguelito se le pasase el berrinche, yo asalté la caja de bombones que nosotros mismos habían llevado. ¡Me tomé siete! Cada vez que mi madre miraba para otro lado, allí estaba yo agarrando un bombón. ¡Qué buenos que están! Para colmo cuando mi hermano llegó ya calmado, se tomó otros cuatro y en el momento que Nieves iba a tomar jamón que le había traído Mariano, a Miguel se le antojó comer jamón. Menos mal que Mariano había llevado jamón de sobra.

Nos volvimos para casa, y papá y mamá estaban que trinaban, pero poco importaba comparado con la alegría de ver que Marianito estaba dormido como un angelito y todo había ido bien, porque eso era lo realmente importante. ¡Enhorabuena!

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