Pasamos una noche muy buena mi hermano Miguel y yo durmiendo en la misma cama, a pesar de que Miguel, que mis padres situaron entre la pared y yo, pasó por encima mía durante la noche y se cayó de la cama. ¡Y es que no está quieto ni durmiendo! Pero no pasó nada porque allí habían colocado mis padres una almohada que había de sobra para que el golpe con fuera tan fuerte.
Unas de las mejores cosas que tenía el hotel era el desayuno. En el desayuno había unos churros muy raros, que aunque sabían a churros, eran muy distintos a los que tomamos normalmente en Fuengirola. Eran chiquititos, y además los servían fríos, y tenían forma de lazo, pero estaban buenos. Se llaman churros madrileños. Luego también había Colacao, zumos de varios sabores. ¡Cómo me puse de zumos! También había tortilla de patatas y pan de varios tipos y formas, bizcochos y algunas piezas de bollería.
Después de desayunar subimos a la habitación para recoger la ropa de abrigo y hacer algo de pipí antes de ir a empezar a descubrir Madrid. Muy cerquita de nuestro hotel está el Barrio de las Letras, que es un barrio donde vivieron muchos escritores hace mucho tiempo. Una de esas casas era la casa de Cervantes, que es el mismo escritor por el que han puesto el nombre a mi colegio. Y cerca estaba también la Casa-Museo de Lope de Vega, y también las casas de Quevedo, o Calderón de la Barca. Al final nos acercamos para pedir cita para visitar la Casa- Museo de Lope de Vega para el día siguiente.
Desde allí cogimos el metro. ¡La primera vez que Miguelito y yo tomamos el metro! Nuestro recorrido fue desde la estación de Prado hasta la de Rubén Darío, que estaba cerca del sitio que queríamos visitar: el Museo de Sorolla. ¡Qué sitio tan bonito! ¡Con tantos cuadros bonitos! Mis padres parecían muy contentos allí dentro y nunca querían salir de allí, pero al final salimos.
Volvimos al metro y nos dirigimos al centro de Madrid, a una estación que se llama Callao. ¡Jo, cuánta gente estábamos allí! Después bajamos por una calle en la que había más personas que suelo hasta la Puerta del Sol y Miguelito se volvió a quedar dormido. ¡Era la segunda vez en su vida en la Puerta del Sol, y la segunda que estaba dormido y no la vio! Pasamos por la Plaza Mayor, y hasta el Mercado de San Miguel, que estaba abarrotado.
Al final comimos donde yo quería, en Burger King. ¡Qué ricas las hamburguesas! Después para bajar la comida, fuimos a la Plaza de la Villa, y después por la Catedral de la Almudena, y el Palacio Real, la Plaza de Oriente y por la calle Arenal hasta la Puerta de Sol, donde esta vez, a la tercera, Miguelito estaba despierto por fin. Vimos un montón de personajes de Disney que estaban allí para recibir a los niños y hacerse una foto. ¡Qué emocionante!
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espués de hacernos unas fotos seguimos por la Carrera de San Jerónimo, hasta el Congreso y hasta la Fuente de Neptuno y el Hotel Palace, donde hay una cafetería muy divertida y chula en la que tomamos unos batidos y unos pastelitos. ¡Qué ricos! Luego volvimos al hotel para descansar y además porque mi papá y tito Francisco se iban juntos a un concierto de música de esa que les gusta a ellos y también a Miguel. Creo que se llama rock.
Ellos se fueron al concierto pero nosotras y Miguel fuimos a cenar a la plaza de Santa Ana, cerquita del hotel y después a dormir que buena falta nos hacía.