Basta con que anunciemos un día en nuestro blog que estamos bien, y bastante recuperados para que en seguida, y sin venir a cuento, tanto mi hermano Miguel y yo cojamos un virus de esos que te dejan hecho polvo.
Anoche, para no ir muy lejos, mi hermano tenía diarrea y vómitos, y yo sufría también diarreas y aunque no llegué a tener vómitos sí que sentía fatiga.
Cuando mi padre volvió del trabajo, como no sabía nada de los tristes cambios en casa, trajo consigo una sorpresa, una gran bolsa de pan de gambas, que son una especie de patatas fritas, algo menos crujientes y más esponjosas y con sabor a gambas que se compran en los restaurantes chinos, y que tanto a mi hermano como a mí nos encantan. Miguel ni siquiera las probó, y yo sólo probé tres o cuatro, pero no quise más. No pasa nada, papá seguro que nos da otra sorpresa otro día.