martes, 13 de julio de 2010

Helados y batidos

Este fin de semana ha sido también muy pero que muy divertido. Ya desde el mismo viernes nada más salir de la Escuela de Verano fuimos a almorzar a un restaurante de pescaditos fritos. Papá tenía antojo de pulpo -por algo del fútbol- y yo de boquerones, pero también pedimos calamares, ensaladilla rusa y patatas a la brava. De postre ya os podéis imaginar que me tomé un heladito almendrado. ¡Qué golosa soy! Miguel se portó nada más que regular. Todo el rato levantándose en la silla y rompiendo el mantel de papel. Por lo menos se comió bastantes boquerones fritos que mamá le limpió.

Desde el restaurante fuimos a casa de los abuelos Pepi y Miguel, que cuidaron de nosotros mientras mis padres tuvieron que hacer unas cosillas. Nos portamos muy bien, jugando y viendo la tele, aunque mis padres volvieron pronto a recogernos y antes de volver a casa fuimos a dar un paseito por el paseo marítimo. Casi al final, cuando estábamos cansados y empezaba a hacerse de noche, paramos en una heladería y yo me pedí un batido de turrón, papá una horchata y mamá una tarrina. Pero de todos el más especial era el mío que venía servido en una copa muy grande con mucha nata por encima. Me puse contentísima con mi copa. ¡Que buena estaba! Volvimos a la casa muy cansados. Cenamos algo ligero y a dormir.

El sábado fuimos a la playa aunque papá no vino, pero en su lugar vinieron Elenita y Lidia. Más tarde se unieron también tita Rosi y el primito Daniel. Lo pasamos estupendamente todos. El agua no estaba nada fría y apenas había olas. Volvimos a comer a casa y ya pasamos toda la tarde allí.

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