El mismo sábado, después de la mañana en el Zoo y de comer paella en casa de los abuelos nos tomamos unas torrijas que había hecho mami. Con tan buena mano como siempre. Para chuparse los dedos. Los diez.
Volvimos a casa para arreglarnos un poco e ir a dos cumpleaños. Sí. A dos. Uno detrás del otro. Primero al cumpleaños de Dieguito y luego al de Guillermo. Al menos, las celebraciones estaban bastante cerca.
Papi se quedó en casa viendo el fútbol mientras mami, Miguel y yo nos fuimos a cumpleañear. No había ido a dos cumpleaños en un mismo día nunca en mi vida, pero me gustó. Me gusta dar regalos, aunque menos que recibirlos.
Cuando volvimos a casa papá estaba muy contento porque el fútbol iba como el quería. Esta vez no me dejó ver los dibujos. Y pese a que estaba muy cansada me costó bastante más de lo acostumbrado quedarme dormida. Y es que, como mamá dice, conmigo nunca se sabe.
Volvimos a casa para arreglarnos un poco e ir a dos cumpleaños. Sí. A dos. Uno detrás del otro. Primero al cumpleaños de Dieguito y luego al de Guillermo. Al menos, las celebraciones estaban bastante cerca.
Papi se quedó en casa viendo el fútbol mientras mami, Miguel y yo nos fuimos a cumpleañear. No había ido a dos cumpleaños en un mismo día nunca en mi vida, pero me gustó. Me gusta dar regalos, aunque menos que recibirlos.
Cuando volvimos a casa papá estaba muy contento porque el fútbol iba como el quería. Esta vez no me dejó ver los dibujos. Y pese a que estaba muy cansada me costó bastante más de lo acostumbrado quedarme dormida. Y es que, como mamá dice, conmigo nunca se sabe.
1 comentario:
He de decir que yo también probé las torrijas de tu mamá el domingo y efectivamente, algún que otro dedo me chupé... jejejeje...
No me extraña que te guste ir a cumpleaños, Sofía, pues a mí también me encanta... y yo sé de una que lo va a celebrar muy pronto, verdad?
Besos
Publicar un comentario