miércoles, 5 de septiembre de 2012

Sardinas a tutiplén

Mi hermano pequeño Miguel y yo somos unos verdaderos enamorados de las sardinas en espeto. Simplemente nos encantan, por eso, cada vez que mis padres nos llevan a la playa les pedimos que nos lleven a comer sardinas, pero siempre no puede ser. A veces llevamos bocadillos a la playa, otras veces, cuando vamos con los abuelos Pepa y Felipe, ellos llevan comidas y comemos con ellos en la playa, pero ya no bocadillos sino con mesa y mantel, otras volvemos a casa y otras comemos en la calle pero no en un chiringuito, que es más caro, pero algunas veces, mis padres nos dan el antojo y comemos sardinas en los chiringuitos, que son el único sitio, que nosotros sepamos, donde las hacen bien.

Normalmente mis padres piden sardinas de entrada y después piden unos calamares, o unos boquerones fritos, a veces una fritura malagueña, según les dé, pero siempre pedimos las sardinas. Eso es fundamental.

A mi hermano Miguel le gusta tanto que aunque se tome un espeto para él solo, le parece poco y siempre dice que quiere más, entonces mis padres le dicen que tome calamares y boquerones o lo que sea, y se los come, pero ya no se lo come con tantas ganas.

La última vez que fuimos al chiringuito mis padres, para que mi hermano y yo nos hartásemos de sardinas, pidieron solo sardinas, nada más, para que nos hinchásemos. Teníais que ver la cara que pusimos cuando vimos las sardinas. Mi hermano, ahí donde lo ven, tan menudito, se comió, al menos, 14 sardinas. ¡Y tiene tres años!

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