En uno de los tres días que estuvo Nacho con nosotros, hicimos muchas cosas, como ya he escrito, y una de ellas, como también he escrito, fue ir a la playa. Fuimos los cinco -mamá, papá, Miguel, Nacho y yo- y todo parecía estupendo. Encontramos un buen hueco en primera línea de playa. Llevamos todas los cacharros que tenemos para poder jugar con la arena. El mar estaba como un plato de sopa de calabacín, liso, liso. No había ni media ola.
Me acerqué a probar la temperatura del agua y como viene siendo habitual últimamente estaba estupenda. Una temperatura muy agradable. Mi padre estaba entonces profundizando con el palo de la sombrilla en la arena para clavarlo, pues mi padre dice que para ir a la playa él sólo necesita sombra. Mi madre dijo que no nos metiéramos en el agua hasta que nos hubiese untado la crema de protección solar y le hubiese colocado los manguitos a mi hermano.
Así que, una vez resuelto todo lo anterior, fuimos hacia la orilla, con la intención de refrescarnos, pero no hice nada más que acercarme y pude ver una medusa. Corriendo se lo dije a mi padre. Agarró un cubo que siempre llevamos a la playa para hacer castillos y la sacó del agua. Luego, entre Nacho, Miguel y yo, hicimos un hoyo pequeño donde meterla para que allí muriera.
Mientras estábamos enterrando a la medusa Miguel nos puso en alerta de que había visto otra medusa. ¡Otra más! Papá fue a por ella y nos dijo que hiciésemos un hoyo mucho más grande, que íbamos a meter unas cuantas. ¿Sabéis cuántas metimos? ¡Sesenta medusas! En serio. Nos pasamos casi todo el rato que estuvimos en la playa cazando medusas. ¡Qué bueno es papá cazando medusas! Cogió sesenta. ¿Os lo podéis imaginar?
Nacho le tenía un miedo terrible a las medusas y creo que no se mojó ni el tobillo, a pesar de que mi padre le decía que ya había quitado casi todas las que había. Yo me metí con algo de miedo y Miguel, por inconsciente, se metió hasta el cuello.
No nos quedamos mucho y nos fuimos a comer al Tomaquet-Myramar donde sirven las mejores hamburguesitas con queso que yo nunca haya probado.
Lo pasamos genial. Nos reímos mucho cuando Miguel quiere decir medusas y sólo le sale melusas. ¡Es tan divertido!
En las fotos podéis ver nuestro cubo con unas cuantas medusas, y también a nosotros mientras esperábamos que llegara la comida. ¡Qué hambre!
En las fotos podéis ver nuestro cubo con unas cuantas medusas, y también a nosotros mientras esperábamos que llegara la comida. ¡Qué hambre!