El domingo pasado, no éste de ayer, sino el domingo anterior, fuimos a celebrar el cumpleaños de mi abuela Pepi. Fuimos a una Venta, la Venta del Túnel, que está en los montes de Málaga. Ya habíamos estado allí un par de veces antes pero no me acordaba del sitio hasta que estuve allí.
A la Venta fuimos nosotros cuatro, más mi tita Ana y Paco con Natalia, más mis padrinos, mi tío-abuelo Antonio acompañado de su Pepi y mis abuelos Miguel y Pepi, claro. Lo pasamos muy bien comiendo todos juntos. Lo peor, sin duda, fue la lluvia, pues mientras estábamos de camino cayó un chaparrón inesperado de aúpa. Parecía que íbamos a tener un día perfecto pero de pronto nos cayó una encima que vaya. Menos mal que el abuelo estaba esperándonos en la puerta con un paraguas y que papá paró el coche en doble fila un momento para que nos bajásemos rápidamente, que si no, nos ponemos chorreando.
Una vez dentro de la Venta todo fue diversión. Natalia y yo nos sentamos juntas y Miguel justo delante, junto a mi madre. ¡Nos hinchamos de calamares y croquetas! ¡Y de arroz, que estaba riquísimo! Después volvimos a casa, sin mucho tiempo para despedirnos porque justo al salir volvió a ponerse a llover y otra vez corre que te corre.
Al llegar a casa nos tocó descansar "tranquilitamente" viendo los dibujos, peinando a mis muñecas y cosas así. Y al acostarme le dije a mis padres que me lo había pasado superfantásticamente en el cumpleaños de la abuela, y que ya estoy deseando que llegue el próximo cumpleaños suyo.