sábado, 10 de marzo de 2012

Un día en el campo

Un buen día del fin de semana pasado mis padres decidieron ir al campo. En realidad fue una idea de mis abuelos Pepa y Felipe, y nos preguntaron si queríamos ir con ellos y mis padres le dijeron que sí. También vinieron nuestros titos Rosi y Chiqui con Daniel.

Al despertar papá fue a por churros y mamá comenzó a preparar una gigantesca tortilla de patatas. No sé si lo he dicho alguna vez pero las tortillas de patatas de mi madre es una de las comidas más sabrosas y ricas que nunca he tomado. Yo podría estar comiendo tortilla de patatas todos los días, y papá dice que él también comería tortilla de patatas todos los días, pero también dice que si eso fuese cierto nos hartaríamos en pocas semanas.

Al campo nos llevamos pan, bebidas, la merienda, un salchichón, algunas cosas más y la tortilla de patatas, claro. También nos llevamos mi bicicleta y la moto de Miguel. ¡Qué buena idea! Os aseguro que conducir la bicicleta en el campo no es una cosa sencilla, porque en ocasiones la rueda patina y es difícil avanzar, otras veces hay piedras con las que tropezar y baches y hoyos con los que hay que llevar los ojos bien abiertos. Pero, con diferencia, lo que más me divirtió fue cuando cogí la cuesta abajo y montaba tan rápido como una caballo salvaje al galope.

Miguel llevó su moto, y también estuvo un gran rato jugando con ella, pero en el campo hay otras cosas que le llaman la atención a Miguel. Supongo que os imagináis qué es: las piedras y los árboles. ¡Vaya sorpresa!

Os coloco una foto de Miguel en acción y otra que yo le hice a mamá.

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