viernes, 12 de febrero de 2010

Distintos

Cuentan mis padres que cuando yo era chiquitita me tomaba los biberones doblados, es decir, enteros y sin parar, casi de una vez, glu glú, glu glú. Cuando terminaba, lo dejaba sobre la mesilla de noche y a dormir. Miguel es distinto. Muy distinto. Casi no le gustan los biberones, se toma muy poco y después no se echa a dormir. Hay que dejarlo dentro de la cuna un buen rato llamando a mis padres hasta que, poco a poco, pasa de estar de pie gritando a estar sentado gritando y después simplemente hablando y al final tumbado hasta que se duerme. Una vez dormido, mis padres le dan el biberón y entonces sí se lo toma casi siempre entero. Es así.

Sin embargo, a la hora de comer todo cambia. Miguel se toma la comida suya con mucho regateo, moviendo la cabeza de un lado para otro intentado esquivarla, pero la comida que comen mis padres le encanta. Lo mismo se toma judías verdes, que champiñones o pescado a la plancha. Todo le gusta. Lo que menos parece que le gusta es la lechuga pero también se la toma. Toma de todo, incluso el limón le gusta. A mí me pasa todo lo contrario. Me gustan pocas cosas. Y es que somos tan distintos...

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