Estos días de tantas fiestas, tanto entrar y salir de casa ha dejado su marca en nosotros. Yo estoy con una tos tontorrona, seca y repetitiva a la que no soy capaz de dar esquinazo. Sobre todo por las noches. Se pega a mi garganta y no hay manera de echarla. Todo el rato tosiendo. Una y otra vez, hasta que finalmente harta de toser me quedo dormida. Mis padres me dan la medicina de la tos pero parece que no me hace ningún efecto.
Sin embargo, de todos, el que se ha llevado la peor parte es mi hermanito Miguel, que la noche del domingo tuvo vómitos. El pobre se llevó un buen susto cuando vomitó. Se puso colorado como un tomate y, al quedarse sin respiración -porque eso es lo que ocurre mientras uno vomita, y cualquiera que haya vomitado sabe de lo que estoy hablando- se agarró una llantina buena. Vomitó en su cuna, cuando ya estaba dormidito. Pobrecito.
Mis padres lo limpiaron todo, cambiaron toda la ropa de Miguel y la de la cuna, y se lo llevaron a su cama para que se le pasase el mal rato, pero antes de llegar volvió a vomitar. Yo no me enteré de nada porque ya había conseguido engañar a mi tos y estaba como en los dibujos, donde sale un serrucho cortando un tronco.
Ya parece que está algo mejor pero no quiere comer nada de nada y tampoco le apretamos. Tan sólo quiere agua, y en alguna ocasión también la ha echado. Está todo el rato tontorrón. Sólo quiere brazos y dormir, todo lo contrario de siempre, que le gusta estar libre como los pájaros.
Estamos muy tristes porque ya que había cogido algo más de peso y estaba un poco más gordito, otra vez vamos a tener que empezar de nuevo. Estamos locos por volver a verle sonreir.
Sin embargo, de todos, el que se ha llevado la peor parte es mi hermanito Miguel, que la noche del domingo tuvo vómitos. El pobre se llevó un buen susto cuando vomitó. Se puso colorado como un tomate y, al quedarse sin respiración -porque eso es lo que ocurre mientras uno vomita, y cualquiera que haya vomitado sabe de lo que estoy hablando- se agarró una llantina buena. Vomitó en su cuna, cuando ya estaba dormidito. Pobrecito.
Mis padres lo limpiaron todo, cambiaron toda la ropa de Miguel y la de la cuna, y se lo llevaron a su cama para que se le pasase el mal rato, pero antes de llegar volvió a vomitar. Yo no me enteré de nada porque ya había conseguido engañar a mi tos y estaba como en los dibujos, donde sale un serrucho cortando un tronco.
Ya parece que está algo mejor pero no quiere comer nada de nada y tampoco le apretamos. Tan sólo quiere agua, y en alguna ocasión también la ha echado. Está todo el rato tontorrón. Sólo quiere brazos y dormir, todo lo contrario de siempre, que le gusta estar libre como los pájaros.
Estamos muy tristes porque ya que había cogido algo más de peso y estaba un poco más gordito, otra vez vamos a tener que empezar de nuevo. Estamos locos por volver a verle sonreir.