Estos primeros días de lluvia están resultando un poco aburridos. No puedo ir al parque porque al estar mojado no me puedo tirar por el tobogán o montarme en los columpios. Por eso, los estamos pasando casi todo el rato en casa. Menos cuando estoy en el cole, claro.
Para Miguel todo es nuevo, porque como está empezando a andar, cualquier cosa que ve es novedosa para él, ya puede ser meterse detrás de las cortinas del salón o pasar por debajo de la mesa. Todo es nuevo y divertido para Miguel, pero para mí, que ya he explorado todos y cada uno de los rincones de la casa, la cosa no es tan divertida. Pero bueno, es mejor estar sentada en el sofá viendo los dibujos que tener que recoger los líos que va dejando Miguel.
Por otra parte mi hermano ya empieza a saber bastantes cosas. Juega un poco al pilla-pilla. Yo me acerco hacia él diciéndole: que te pillo, que te pillo. Entonces, se da la vuelta y camina lo más rápido y lejos que sabe y puede, al mismo tiempo que va dando grititos de alegría.
Sin embargo, para jugar al escondite es un compañero verdaderamente malo. Hay veces en casa que jugamos al escondite. Miguel y yo nos escondemos juntos, por ejemplo detrás de las cortinas del salón pero Miguel no para de decir ¿dónde está? con ese pico que tiene y no hay manera de que no nos encuentren. ¿Qué le vamos a hacer? Al menos es muy divertido.
Para Miguel todo es nuevo, porque como está empezando a andar, cualquier cosa que ve es novedosa para él, ya puede ser meterse detrás de las cortinas del salón o pasar por debajo de la mesa. Todo es nuevo y divertido para Miguel, pero para mí, que ya he explorado todos y cada uno de los rincones de la casa, la cosa no es tan divertida. Pero bueno, es mejor estar sentada en el sofá viendo los dibujos que tener que recoger los líos que va dejando Miguel.
Por otra parte mi hermano ya empieza a saber bastantes cosas. Juega un poco al pilla-pilla. Yo me acerco hacia él diciéndole: que te pillo, que te pillo. Entonces, se da la vuelta y camina lo más rápido y lejos que sabe y puede, al mismo tiempo que va dando grititos de alegría.
Sin embargo, para jugar al escondite es un compañero verdaderamente malo. Hay veces en casa que jugamos al escondite. Miguel y yo nos escondemos juntos, por ejemplo detrás de las cortinas del salón pero Miguel no para de decir ¿dónde está? con ese pico que tiene y no hay manera de que no nos encuentren. ¿Qué le vamos a hacer? Al menos es muy divertido.
1 comentario:
Jajajajajaja... Veo que empezais ya a jugar juntos, y a pasarlo muy bien... las anécdotas juntos empiezan a aparecer como buenos hermanos...
Me alegro mucho. Disfrutad todo lo que podáis!!! Besos
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