El sábado mi papá, mi abuelita Pepi y yo fuimos al aeropuerto a recoger a mis padrinos MªCarmen y José, que venían de un largo viaje en avión. Los aeropuertos me gustan mucho porque suele disponer de amplias zonas con mucho espacio sin coches para correr. También me gustan porque desde allí se pueden ver los aviones bien cerca despegar y aterrizar. Hay aviones de muchos tamaños y colores.
En el aeropuerto he visto cómo hay personas que andan en coches silenciosos, chiquititos, chiquititos que me hicieron mucha gracia, y también vi motos de dos ruedas, pero no tenían una delante y otra detrás si no las dos juntitas y la llevaba un hombre que circulaba de pie, en lugar de sentado. Fue también muy divertido.
Cuando mis padrinos llegaron, les di un abrazo bien fuerte. Me hizo mucha ilusión verlos llegar. Me trajeron una caja de bombones, a la que ya metí mano en el coche desde el aeropuerto, después tras haber pasado buena parte de la tarde corriendo, viviendo muchas emociones y con tan buen sabor de boca caí dormida en el comodísimo asiento de mi coche mientras iba soñando en aviones de chocolate.
En el aeropuerto he visto cómo hay personas que andan en coches silenciosos, chiquititos, chiquititos que me hicieron mucha gracia, y también vi motos de dos ruedas, pero no tenían una delante y otra detrás si no las dos juntitas y la llevaba un hombre que circulaba de pie, en lugar de sentado. Fue también muy divertido.
Cuando mis padrinos llegaron, les di un abrazo bien fuerte. Me hizo mucha ilusión verlos llegar. Me trajeron una caja de bombones, a la que ya metí mano en el coche desde el aeropuerto, después tras haber pasado buena parte de la tarde corriendo, viviendo muchas emociones y con tan buen sabor de boca caí dormida en el comodísimo asiento de mi coche mientras iba soñando en aviones de chocolate.
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