martes, 3 de febrero de 2009

Los tres cerditos

Como sabéis, el viernes hice caca en casa de mi abuelita Pepi, todos estaban muy contentos y alegres, me llenaron a regalos y besos, pero... el sábado por la mañana lo eché todo a perder. No sé lo que me pasó pero me desperté, y estando en la cama me entraron ganas y como tenía el pañal puesto, pues eso. Planté un olivo.

Mis padres no se enfadaron tanto como yo esperaba porque comprendieron que como estaba recién despertada y además llevaba pañal, pues que tampoco era tan importante.

La cosa empezó a empeorar cuando el mismo sábado por la tarde planté un eucalipto, y por si fuese poco el domingo por la mañana planté un baobab. Ahí fue cuando sobrepasé el límite de la paciencia de mis padres. Así que el lunes cuando volví de la guardería, otra vez me sentaron obligada en el váter de casa. Esta vez acepté porque sabía que tampoco pasaba nada por hacerlo en el váter y así fue. Tanto ayer lunes como hoy martes he hecho caca en el váter. Mamá se puso tan contenta que jugó conmigo más que nunca y papá me compró un libro para leer antes de dormir. Anoche me leyó los tres cerditos y el lobo. Cada noche dice me va a leer un cuento, siempre y cuando yo haga caca en el váter, claro está.

Estoy empezando a darme cuenta que es mejor tener a mis padres de mi lado que en contra.

Miguel sigue bien, ganando peso poquito a poco. Casi todos los días mi padre lo coge y hace gimnasia con él. Lo pone en la cama y Miguel se agarra de los dedos de papá y se pone de pie, lo que le gusta mucho. Mis padres dicen que es muy bueno, porque duerme mucho y muy seguido. Sin embargo, él sí se hace caca encima y no le pasa nada. Mis padres dicen que aún es muy chiquitito y que queda mucho tiempo hasta que él aprenda.

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