Esta tarde al volver del colegio paramos un rato pequeño en el parque que hay junto a casa. Allí estábamos Miguelito, Oliver -un vecino nuestro- y yo. Al cabo de un rato no muy grande Miguel llegó corriendo diciendo que tenía algo en la cabeza, algo extraño. Yo le miré, y sí, tenía algo extraño en la cabeza. ¡Un chicle pegado entre los pelos!
Todavía nadie ha sido capaz de averiguar cómo un chicle ha llegado hasta los pelos de Miguel. El caso es que al llegar a casa, mi padre con unas tijeras le ha tenido que cortar un buen puñado de pelos. ¡Qué cosas le ocurren a mi hermano!