jueves, 31 de enero de 2013

En el pelo

Esta tarde al volver del colegio paramos un rato pequeño en el parque que hay junto a casa. Allí estábamos Miguelito, Oliver -un vecino nuestro- y yo. Al cabo de un rato no muy grande Miguel llegó corriendo diciendo que tenía algo en la cabeza, algo extraño. Yo le miré, y sí, tenía algo extraño en la cabeza. ¡Un chicle pegado entre los pelos!

Todavía nadie ha sido capaz de averiguar cómo un chicle ha llegado hasta los pelos de Miguel. El caso es que al llegar a casa, mi padre con unas tijeras le ha tenido que cortar un buen puñado de pelos. ¡Qué cosas le ocurren a mi hermano!

viernes, 25 de enero de 2013

Los tres exámenes

Hace dos viernes, es decir, hace justo una semana, hice tres exámenes y el jueves como no tenía ni clases de inglés ni nada, me quedé en casa preparando el examen. Papá dijo que la mejor manera que él conocía para preparar bien un examen era hacer otro examen. Así que lo que hizo fue prepararme un examen para que yo lo hiciera.

Me preparó un examen con lo que yo le dije que iban a preguntar en el examen. Le enseñé el libro y le dije desde qué página hasta qué otra entraba en el examen, de manera que me preparó un examen para hacerlo yo sola. Me dijo que lo hiciera en la cocina, y allí sola, con un lápiz y una goma, y con el reloj de papá de cronómetro me puse a hacer el examen.

En el examen de casa saqué un 8,9 que estaba muy bien pero papá me explicó lo que me había salido mal y al día siguiente en clase hice el examen lo mejor que pude, y parece que lo hice muy bien pues el profe dijo que yo había sacado la mejor nota de la clase. Un 10, un 9,5 y otro diez. ¿No es maravilloso? Estoy supercontenta de la manera en la que he superado el examen y ya estoy deseando hacer otro.

jueves, 24 de enero de 2013

¡Rompe Ralph!

El domingo como sorpresa mientras Miguel y yo estábamos desayunando mi madre y mi padre nos preguntaron si nos gustaría ir al cine. La cara de Miguel y la mía debía ser un poema. Los dos con los ojos como platos dijimos que sí, ¡que sí! !QUE SÍ! ¡Qué contentos nos pusimos cuando supimos que nos íbamos al cine! ¡Y sólo teníamos que recoger el salón! ¿No es maravilloso? No sólo fuimos al cine sino que además fuimos a ver una película que llevamos muy tiempo con ganas de ver: ¡Rompe Ralph!

No sé si la habéis visto o si no, si teníais gana o no, pero os puedo asegurar que si vais al cine y la veis os va a encantar. ¡Es superchula! A nosotros nos encantó. Y comiendo palomitas, con una botellita de agua, mejor aún, y después, imaginad, al Burger King a comer hamburguesas con patatas fritas. Algunos domingos son perfectos nada más empezar.

Os pongo una foto de mi hermano y mía justo al salir del cine, poco antes de inflarnos a comer en el Burger.
 

sábado, 19 de enero de 2013

El Belén de Sofía

Al recoger las cosas de Navidad que teníamos repartidas por la casa hemos guardado todo en cajas de cartón que hemos llevado al trastero del sótano: el árbol de Navidad, el belén, con la mula y el buey, los muñecos de nieve... todo está ahora en el trastero, bueno, todo no, todo no lo hemos guardado.

El belén que hice en el cole lo hemos dejado unos días más y luego lo hemos tirado a la basura. Nos ha dado pena porque me había quedado muy bien, pero es que no podemos guardar todas las cosas que hago y quedan bien, por eso le hemos hecho una foto y la voy a colocar en esta entrada, para que si algún día quiero recordar lo bien bonito que me quedó el belén, pues lo busco en nuestro blog y se acabó.

¿No es una buena idea?

jueves, 17 de enero de 2013

Una locura

Por primera vez desde que Miguel está con nosotros, es decir, desde que nació, en la cabeza de Miguel viven piojos. Bueno, en realidad, viven piojos y liendres. Más liendres que piojos.

El lunes después de bañarnos mi madre decidió darnos un repaso de la cabeza porque en nuestras mochilas hace algún tiempo que nos mandan un papel avisando de que hay niños con piojos en el cole. Mamá y yo ya pasamos lo nuestro hace algún tiempo con los piojos, pero Miguel por una suerte inexplicable nunca tuvo piojos, pero eso ya es historia. Ahora el que tiene piojos es él y no yo, aunque no se me pasa por la cabeza cantar victoria porque de un día para otro el asunto puede cambiar.

Lo bueno es que Miguel tiene el pelo más corto que yo, aunque no muy corto para ser un niño. A él no parece importarle mucho, de hecho casi no se rasca no entendemos muy bien por qué.

Así que como podéis imaginar desde el lunes esta casa es un cambio continuo de sábanas, colchas, cojines, abrigos, pijamas... ¡una locura vamos!

Desde que sabemos que Miguel tiene piojos todos parecemos sentir algo moviéndose por la cabeza. ¡Qué miedo!

viernes, 11 de enero de 2013

En el Jardín Botánico

Estas navidades hemos hecho un montón de cosas y como hacemos tantas cosas luego no nos queda tiempo para contarlas aquí en el blog, por eso, como hoy ocurre, voy a contaros una cosa que hicimos el año pasado. El domingo día 30 de diciembre mis padrinos José y Mari Carmen, el abuelo Miguel, mis padres, mi hermano Miguel y yo, Sofía, fuimos a visitar un jardín inmenso. Se llama el Jardín Botánico de la Concepción y está en Málaga, bueno, en realidad está situado en las afueras de Málaga y es un jardín donde hay muchísimos caminos y muchísimos árboles y plantas de todos los tamaños, formas y colores. Tan grande es que tuvimos que llevar un plano para no perdernos.

A mí me encantó el paseo viendo árboles, cruzando puentes, comiendo mandarinas del árbol que daba mandarinas, ¡y qué ricas estaban!, incluso nos lavamos las manos en un arrollo. ¡Qué emocionante! Además, también vimos una exposición de muñecas Barbies, chulísima. Tanto andar abrió nuestro apetito pues fuimos a media mañana, antes del almuerzo. Todos decidimos que sería una buena idea ir a una venta y ni cortos ni perezosos nos plantamos en la Venta Talillas, en Villanueva del Trabuco, a un paseo en coche y allí mi hermano y yo devoramos la comida. Los mayores que tienen más paciencia esperaron a comer choto, que es una carne que me gustó más de lo que yo pensaba. Estaba riquísima. Mi padre dijo que otro día teníamos que volver.

Después todo fue una dulce siesta hasta casa. ¡Qué buen día pasamos!


martes, 8 de enero de 2013

Los Reyes Magos

Pasaron los Reyes Magos por casa, pasaron y se bebieron un par de vasos de agua que les habíamos dejado preparados y también se tomaron un par de bombones de chocolate y algún que otro mazapán. Llegaron y pasaron de noche, muy de noche, porque ni mis padres ni mi hermano ni yo nos enteramos. No escuchamos ni un suspiro, pero es lógico porque todos estábamos completamente dormidos.

Pasaron los Reyes Magos por casa y se tomaron algunos alimentos navideños pero lo más importante fue las cosas que se dejaron en casa, y no fueron olvidadas, ni mucho menos, sino que las dejaron para nosotros. Mis padres tuvieron la buena idea de dejar las notas del cole de mi hermano y mías junto a los vasos y los pasteles navideños. Se ve que los Reyes Magos las vieron y se debieron de poner muy contentos y por eso seguro que decidieron dejar caer algún regalo más que otro, como premio.

Luego, a media mañana, fuimos a repartir y recibir regalos a casa de los abuelos Felipe y Pepa y allí nos juntamos todos y todos recogimos regalos. ¡Qué suerte tuvimos! Después todavía fuimos a casa del abuelo Miguel y allí nos juntamos el resto y al tras almorzar también recibimos regalos. ¡Cuántos regalos!

Después de hincharnos de comer y de tomar postres y rosco y un montón de cosas más volvimos a casa, donde no estuvimos mucho tiempo pues fuimos a llevarles un regalo a Nacho y otro a Blanca que habían dejado los Reyes Magos en nuestra casa. ¡Qué bien lo pasamos allí también!

Volvimos a casa y no nos dio tiempo más que a dejar los regalos por medio del salón y después irnos a la cama. El día siguiente íbamos a tener un día completo para jugar, pero ahora estábamos rendidos.

lunes, 7 de enero de 2013

El plato de las delicias

Las navidades son una fecha en la que se hacen muchas cosas, pero para mí y para mi hermano son unas fechas para pasarlas en familia, comer dulces navideños y lo más importante, para recibir regalos de Papa Noel y de los Reyes Magos.

En la mesa grande del salón de casa hay un plato donde mis padres colocan trozos de turrón de varios sabores, bolitas de chocolate, mantecados, alfajores, mazapanes y algunas delicias más. A mí me cuesta una barbaridad pasar junto a la mesa sin sacar la mano hacia el plato, pero lo intento, en serio, aunque no siempre lo consigo. Mis padres se ríen y dicen que todo lo que falta en el plato está creciendo en mi barriga, por eso el otro día cuando pasé junto a la mesa y descubrí que el plato no estaba me llevé un disgusto. ¡Vaya contratiempo! Desde entonces tengo que pedirle a mis padres que me den algo del plato y entonces son ellos los que me lo dan, aunque no siempre lo hacen.

Bueno, menos es nada.

jueves, 3 de enero de 2013

24 uvas

El fin de año de este 2012 ha sido bastante más tranquilo de lo habitual. Para empezar lo pasamos en casa los cuatro solos: mamá, papá, Miguelito y yo. Sin ningún tipo de fiesta ni nada por el estilo, pero felices los cuatro juntos. Mamá preparó una comida algo especial para cenar y después un helado de turrón y por supuesto el plato de turrones de las navidades. Después de cenar nos sentamos en el sofá esperando que llegara el momento deseado de comer las uvas.

Vimos por la tele la plaza en la que se iban a celebrar las campanadas. Es una plaza de Madrid que se llama la Puerta del Sol, acordándonos de las Navidades pasadas cuando visitamos Madrid por Navidad. En este año no hacía un día soleado, sino todo lo contrario porque estaba lloviendo, y mucho. Nosotros sin embargo estábamos calentitos sentados en el sofá, tomando trufas de chocolate, trozos de turrón de almendra, del blando y muchos mazapanes. Miguel, de repente, se levantó del sofá y dijo que se iba a dormir. Nosotros le insistimos que quedaba muy poquito para que llegara el momento de las uvas y lo convencimos para que se quedase con nosotros en el sofá, pero de poco sirvió pues cuando llegó el verdadero momento de las uvas Miguel ya estaba frito, completamente dormido. Intentamos despertarlo pero era imposible, así que al final mamá, papá y yo nos tomamos las uvas juntos, mientras Miguel dormía en los brazos de mamá.

Como Miguel no se tomó las uvas, pregunté si era buena idea tomarme yo las uvas de Miguel y mis padres dijeron que sí, así que al final me tomé veinticuatro uvas. Mis doce y las doce de Miguel. ¡Vaya año tan bueno que voy a tener!