Ayer sábado, como el día estaba muy lluvioso pasamos todo el día en casa. Durante la tarde, mientras papá estaba tumbado en su dormitorio leyendo, mamá en el cuarto del ordenador corrigiendo exámenes y yo estaba en la cocina pintado con las acuarelas, mi hermano Miguel, que estaba solo en el salón, la lió bien.
Durante un buen rato todo estaba tranquilo, cada cual haciendo sus cosas pero de pronto escuchamos un gran golpetazo, un bum seco. Primero llegué yo, después papá, que había escuchado el golpe pero como no oyó que nadie lloraba pues tampoco se dio mucha prisa, y mamá como vio que papá fue, pues siguió trabajando, pero cuando papá llegó llamó a mamá.
Mi hermano Miguel había volcado la mesa del salón. ¡Pero si es más pesada que él! Todos nos quedamos cuajados, sin saber qué decir. Papá estaba dispuesto a agarrar a Miguel de la oreja y llevarlo así hasta el cuarto oscuro -que es el cuarto de baño con la luz apagada- pero al acercarse a la mesa, me miró con una cara de loco que me entró un escalofrío. Tragué saliva. Papá acababa de descubrir uno de mis mayores secretos. ¡Mis pinturas secretas! (Ver foto dando un clic)
¡Vaya la que se lió! Y no pude negarlo. ¡Lo había firmado!
Pd: Lo peor es que hay cosas pintadas con rotulador que ya no se borran.
1 comentario:
jajajajaja... no es por nada, pero yo creo que esta nueva decoración de la mesa queda muy bien... yo creo que dentro de unos años, cuando Sofía sea famosa, esa mesa valdrá muchísimo dinero...
Vaya tela con los dos peques... no tienen peligro ni nada!!!
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