lunes, 14 de noviembre de 2011

El sofá nuevo

Este fin de semana ha vuelto a ser movidito. El viernes por la tarde nos quedamos en casa de nuestros abuelos Pepa y Felipe, mientras mis padres iban en busca y captura de un sofá. El sofá llegó al día siguiente pero venía en distintas piezas, y también compraron un puf y una estantería que hará las veces de zapatero.

Papá pasó gran parte del sábado para montarlo. Y el domingo cuando ya estaba el sofá montado en el salón y llegó la hora de sacar de casa el viejo, mi hermano Miguel no quería, decía que le gustaba más el sofá antiguo que el nuevo. Al principio no le parecía así, pero desde que mis padres le han dicho que en el sofá nuevo no se pueden subir los lápices de colores, que tampoco se puede tomar batidos y que tampoco se puede comer, ni subir con los zapatos, desde entonces, creo que prefiere el sofá viejo. Además él había encontrado la manera de encajar la cabeza para echarse un sueño sin que se le volcase la cabeza, en cambio, ahora con el sofá nuevo, no puede.

2 comentarios:

Tito David dijo...

La verdad es que entiendo a Miguel... con tantas nuevas normas, yo también preferiría el viejo sofá... jajajaja...

Lo que me ha hecho gracia ha sido el sistema que se ha buscado para que no se le caiga la cabeza... y digo yo, ¿no es mejor estar tumbadito para echarse un sueño? Qué gracia me ha hecho la foto!!! jajajaja...

Papá dijo...

Es que él siempre ve los dibujos sentado, que es como se ve mejor, por eso se coloca así y se duerme viendo los dibujos... ¡Me encanta sorprenderlo así!