lunes, 25 de julio de 2011

Un fin de semana rural

No estoy de vacaciones pero es casi mejor así. Lo digo porque al no estar de vacaciones y aunque hay que levantarse algo pronto, sobre las ocho y cuarto de la mañana, no me supone ningún problema, y la mayoría de las veces a esas horas ya llevo algo de tiempo despierta, pero a parte de ese pequeño inconveniente, todo lo demás son ventajas.

Al levantarnos, Miguel va a la guardería y yo voy a la escuela de verano, que es algo así como estar en un cole donde todo el rato hay recreo, donde practicamos deportes, hacemos juegos o trabajos manuales, y donde también hay una piscina, como la que hemos disfrutado este fin de semana un montón de amigos juntos en una casa rural.

Sí, hemos pasado el fin de semana, desde el viernes por la mañana, hasta el domingo a última hora en una casa rural. En la casa rural había una piscina ideal para aprender a nadar y podéis imaginar que la he aprovechado a tope, como también he aprovechado el tiempo para jugar con Blanca, con Nacho, con Celia, con mi hermano, por su puesto, también con Daniel, aunque estos dos son casi inseparables y con todos los mayores, especialmente con tito David. También con mi madre y con mi padre.

Me he hinchado de helados y de comer en general, también de no parar de hacer cosas y de subir y bajar escaleras. Todo el rato en ropa de bañador, muy cómoda, y quedándome despierta hasta muy tarde. Ya estoy deseando volver a irme a una casa rural.

Pd: He aprendido a meter la cabeza debajo del agua yo solita, sin ayuda. Me ha enseñado Nacho. ¡Y sin taparme la nariz, eh!

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