El sábado fuimos con mi amiguita Elena y sus padres a comer todos juntos un arroz en una venta que está detrás de un túnel y por eso se llama Venta El Túnel. A mí el arroz me gusta aunque no es, ni mucho menos, mi plato favorito. Sin embargo, mi hermano Miguel se puso gorrino comiendo arroz, porque Miguel se cree que es mayor y no quiere que nadie le dé de comer aunque todos sabemos que no sabe comer solo. No le importa. Se le cae más fuera de la boca que lo que entra dentro, pero no le importa. Es feliz. Se puso perdido de arroz pero de todas formas se hinchó de comer.
Después paseamos por Málaga un buen rato hasta que empezó a hacerse de noche y yo ya me quería volver. Miguel también terminó agotado, tanto, que aunque vio cómo Elena y yo nos montamos en un carricoche en forma de elefante blanco no quiso levantarse del carro para montarse. ¿Podéis imaginarlo? ¡Pasamos un día magnífico!
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