Les contaba que el fin de semana pasado fue muy intenso y, sin embargo, olvidé contarles lo que hicimos el domingo. A parte de levantarnos temprano, desayunar, ver los dibujos y todo eso, fuimos a almorzar al parque que hay cerca de casa, pero fuimos un rato antes para poder jugar. Llegando allí ya estaban los abuelos Pepa y Felipe que habían venido a vernos jugar un momento, pero no se quedaron a almorzar con nosotros porque ya habían quedado con unos amigos.
Después cuando llegó la hora del almuerzo y nos sentamos en la mesa, en una de las veces que Miguel no se está quieto, mamá lo cogió y con el pie tiró una cerveza encima de papá. A papá no le hizo mucha gracia, pero poco después cuando también tiró la Coca-Cola de mamá, se enfadó de lo lindo, y es que también tiramos al suelo algún que otro cubierto, o trozo de pan, o croquetas o tal vez fue un poco de todo. Nos quedamos sin postre y nos fuimos sin que ni siquiera se tomaran mis padres un café. Sin embargo, poco a poco se les fue pasando el enfado y al final mamá y yo fuimos a comprar pasteles para la merienda. ¡Qué ricos estaban!
Os pongo una foto en la que se ve que tanto a mi hermano como a mí nos gusta hacerlo todo exactamente a contrario de como se debe hacer.