Ayer volvimos de pasar el fin de semana completo en un hotel en Novo Sancti Petri (Chiclana). Todo el fin de semana metidos en el hotel pero sin parar de hacer cosas. Yo especialmente me he puesto las botas de helados, de nadar en la piscina, de saltar en las olas, de hacerme fotos, de bailar en la pista de baile y de un montón de cosas más que ahora mismo no me acuerdo. Bueno sí. Me he pasado mucho mucho rato riendo.
Miguel ha disfrutado mucho también, pero a su manera. Él ha comido muchos churritos madrileños, ha paseado, todo el rato, un cubo lleno de agua de un lado para otro. Ha jugado con la pala, con la pelota, también se ha hecho fotos, pero nada de saltar las olas ni de bañarse en la piscina. Miguel es de secano, pero también, como yo, ha estado muchas veces riendo, y durmiendo, porque mi hermanito se ha dado unas siestas que vaya. Y es que pasear cubos de agua de un lado para otro cansa mucho.
Mis padres han vuelto muy contentos porque nos hemos portado muy bien todo el fin de semana, especialmente en el coche. Casi todo el camino lo hemos pasado durmiendo y cuando no era así hemos estado mirando por las ventanas. También, por las noches, hemos dormido muy bien, pero eso era de esperar porque estábamos rendidos.
Hemos jugado mucho con otros amiguitos que también vinieron con nosotros como mi primo Daniel y como Gonzalo que es sobrino de mi tita Mª José. También es muy chiquitín, pero no tanto como Miguel y Daniel.
Todas las noches mamá me vestía muy guapa para que todos los titos me dijesen lo guapa que estaba y los celestes ojos de Miguel no han pasado inadvertidos para casi nadie del hotel.
He sabido que el mar en el que nos hemos bañado no es un mar, sino un océano. El Atlántico. Y que los océanos son más grandes que los mares y que hay cinco y le he dicho a mi padre que yo me quiero bañar en todos.
Mis padres han vuelto muy contentos porque nos hemos portado muy bien todo el fin de semana, especialmente en el coche. Casi todo el camino lo hemos pasado durmiendo y cuando no era así hemos estado mirando por las ventanas. También, por las noches, hemos dormido muy bien, pero eso era de esperar porque estábamos rendidos.
Hemos jugado mucho con otros amiguitos que también vinieron con nosotros como mi primo Daniel y como Gonzalo que es sobrino de mi tita Mª José. También es muy chiquitín, pero no tanto como Miguel y Daniel.
Todas las noches mamá me vestía muy guapa para que todos los titos me dijesen lo guapa que estaba y los celestes ojos de Miguel no han pasado inadvertidos para casi nadie del hotel.
He sabido que el mar en el que nos hemos bañado no es un mar, sino un océano. El Atlántico. Y que los océanos son más grandes que los mares y que hay cinco y le he dicho a mi padre que yo me quiero bañar en todos.