En el día de la madre hicimos muchas cosas especiales. Quiero decir aparte de hacer regalos a mi mamá. Fuimos a visitar a todas las madres que tenemos en nuestra casa. ¡Mis abuelas, vamos! Fuimos a sus casas y les llevamos un regalo a cada una de mis dos abuelas. Después nos fuimos los cuatro a comer a la feria, aunque no era exactamente la feria que yo esperaba, sino, más bien, una en la que no me visto de gitana. Se llama Feria Internacional de los Pueblos.
Aunque, como he explicado no era exactamente una feria, en realidad sí lo era para mí, porque tiene todo lo que yo le pido a una feria: cacharritos para montarme.
Una vez en la feria mis padres tomaron hot dog alemanes -yo sólo lo probé-. Mamá incluso se animó a tomarse una cerveza alemana. Después comida india y de postre pastelitos marroquíes. ¡A Miguel y a mí nos encantaron! Tanto que mamá tuvo que ir a comprar más, de lo mucho que nos habían gustado.
De camino a los cacharritos mis padres me compraron una cosa que me llamaba mucho la atención, que se conoce como algodón, pero no es algodón, y se come y, sobre todo, es de mi color favorito. No me gustó mucho su sabor pero está chulo pasear con él en la mano. Cuando me cansé de llevarlo se lo dejé a Miguel que llevaba un buen rato protestando para que se lo dejase. Le duró poco porque empezó a agitar el palo y se le cayó al suelo, pero, la verdad es que a ninguno de los dos nos gustó mucho.
De camino a los cacharritos mis padres me compraron una cosa que me llamaba mucho la atención, que se conoce como algodón, pero no es algodón, y se come y, sobre todo, es de mi color favorito. No me gustó mucho su sabor pero está chulo pasear con él en la mano. Cuando me cansé de llevarlo se lo dejé a Miguel que llevaba un buen rato protestando para que se lo dejase. Le duró poco porque empezó a agitar el palo y se le cayó al suelo, pero, la verdad es que a ninguno de los dos nos gustó mucho.
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