Después del primer día de la feria fuimos un segundo día, pero fuimos sólo para cenar y para estar un rato no muy grande, porque por la mañana habíamos estado en el cole y por la tarde fuimos a inglés. Mi hermano y yo sabíamos que si íbamos a la Feria íbamos a montarnos en algún cacharro. Seguro.
Para ese día no nos vestimos de gitana ni de gitano -Miguel dice vaquero, por lo de las botas-, y con nosotros vino el ahijado de mis padres, Nacho. Jo, qué me gusta que venga con nosotros Nacho.
Lo primero que hicimos fue montarnos en algunos cacharros, claro. Nos montamos más o menos en lo mismo de la otra vez, aunque yo me monté en el Saltamontes, o Kanguro Show con Nacho, y la verdad es que me gustó pero también me dio un poco de miedo, y en realidad al bajar no me hubiese vuelto a montar. También me monté en los coches choque y en el Superdragón, que creo que es mi favorito. En el Superdragón nos montamos Nacho y yo y mi Miguel y mi padre. Miguel también se montó en el escalextric a llevar una moto y en alguna atracción más.
Antes de irnos a cenar mi padre se montó con Nacho en el Ratón Vacilón, que es una atracción para más mayores y yo no me pude montar, aunque tampoco quería. Mientras se montaban llegaron mis padrinos y nos fuimos a cenar algo todos juntos. Fuimos a un sitio donde tardaron muchísimo en traer la comida, pero al menos estaba buena. Comimos pinchitos con patatas.
Mis padrinos nos invitaron a cenar porque ese mismo día era el cumpleaños de mi padrino José Miguel y por eso le cantamos hasta un cumpleaños feliz. Después de cenar incluso nos invitó a un algodón de azúcar. Y encima del algodón también tomamos algunos buñuelos y ya nos fuimos andando a casa derrotados del todo. Porque el día fue muy intenso.
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